Contemplando el techo de su nueva habitación, Isaac alzó solamente su cabeza de la almohada cuando la puerta fue abierta y contempló a su tío entrar.
—¿Los chicos ya vienen a entregar las cosas? —preguntó volviendo a apoyar su cabeza en la almohada, observando el techo—. Estoy realmente aburrido sin mi tablet para leer, y desde que estoy confinado aquí…
—No estás confinado aquí —interrumpió Miles, acercándose—. Simplemente no puedes salir de la casa a menos que sea en compañía de Noah.
—Como dije, confinado aquí —resopló.
—Es por tu propio bien —consoló tomando asiento en la orilla de la cama, a los pies de esta—. Fuiste atacados dos veces, y en ambas quedaste bastante mal —le recordó apoyando su mano en su pierna.
—Si, pero no fue mi culpa ninguna de las dos veces —indicó.
—No, no l
