Cuando la canción terminó, Emiliano y Lisa dejaron de bailar, estaban por volver a la mesa, cuando Santiago se acercò a ellos.
—Ven conmigo, Emiliano, hay algo urgente que debo decirte.
Emiliano frunció el ceño, confuso, mirò a Lisa, la dejó sentada en la silla, y fue con su padre.
Azalea los observó de lejos, dejó de bailar con el joven acompañante de Rossana, y fue tras ellos, estaba desesperada, sus pasos eran firmes.
«¡Maldito seas, mil veces, Santiago Beckman! Ahora va a envenenar a mi hijo en mi contra, ¡no puedo permitirlo», pensó
La mujer caminó tan rápido como pudo, necesitaba alcanzarlos, cuando chocó con un hombre.
—Lo siento tanto, disculpe —dijo Kassin, hasta que sus ojos se cruzaron con los suyos.
Kassin se puso pálido como una hoja de papel, ella también se desconcert
