Me aferré a su cadera y miré sus hermosas nalgas. Mi cuerpo se movió por puro instinto, de atrás hacia adelante, una y otra vez… y otra… y otra. De a poco mi v***a fue entrando más y más. Tamara me miró a los ojos y sonrió, con el puño cerrado hizo un gesto que solo podía significar una cosa: “Dale más fuerte”. Y eso hice. Aproveché que mi mamá estaba en una especie de éxtasis de puro placer y comencé a darle cada vez más fuerte. Tanto que mi v***a logró entrar completa. No lo podía creer, de verdad le clavé toda la pija en el orto a mi mamá… y ella no hace más que menear las caderas y chupar concha. Tamara conspiró a mi favor, ella se encargó de tener la cabeza de su hermana bien apretada entre las piernas, de esa forma, aunque Selene hubiera querido liberarse, lo hubiera tenido compl