Y ella lo hizo. Volvió a darle un chupón a mi glande y varias lamidas al clítoris de Camila. Me da un poco de miedo que mi hermana termine forzando la situación más allá del límite que Brenda puede tolerar… pero como no sé cuál es dicho límite, no tengo idea de si debería interrumpir el acto o seguir. Decidí seguir… por pajero. No tengo otra excusa. Tener a Camila frotándome la concha de esa manera y a Brenda dándome chupones en la pija cada vez más fuertes, era una situación que no podía, ni quería, evadir. ―¿No te da vergüenza que tu hermano te vea tan… excitada? ―Preguntó Brenda. ―En otro momento sí me hubiera dado vergüenza. Ahora no la siento. Lo estoy disfrutando mucho. ―Ah, ok… entonces está bien. Podemos seguir. Esa breve conversación fue extraña y de no haber hablado con Mi