Como por mi casa circulaban varias mujeres en tanga, decidí quedarme dentro de la pieza de Pao la mayor cantidad de tiempo posible. Salía solo cuando ella estaba, porque la muy desgraciada estaba usando ropa interior diminuta. Cuando se acostaba boca abajo en la cama, para jugar a la Play, mis ojos quedaban atrapados entre esas firmes nalgas. Cuando salí escuché a Camila discutiendo con Jessica, no me metí en la conversación; pero entendí que mi prima estaba enojada porque Camila aún no había cumplido con su parte de la apuesta. ―Se supone que tenés que andar en tanga, al menos durante una semana ―se quejó Jessica. ―Sí, lo sé. Pero no dije cuándo lo voy a hacer. Dame unos días. ―Bueno, pero cuando empieces tenés que hacerlo durante una semana consecutiva. Nada de un día sí y al otro d