―¿Estás nerviosa? ―Pregunté.
Mi hermana Priscila me miraba fijamente a los ojos, ella estaba acostada frente a mí, con las piernas abiertas. Mi v***a erecta estaba a pocos centímetros de su concha.
―Sí, muy nerviosa.
―Es lógico que te sientas así ―dijo Milagros―. Al fin y al cabo… va a ser tu primera vez.
―No es solo por eso, y lo sabés.
―Bueno, sí… primera vez… y encima con tu hermano. Pero eso ya lo hablamos… esta es tu última oportunidad para arrepentirte.
Mientras hablaba, Milagros le acariciaba el clítoris a su hermana. Priscila cerró los ojos y dijo:
―Vamos a hacerlo. Después tendré tiempo para mortificarme por esto.
―Esa es la actitud ―dijo Milagros. Le metió dos dedos en la concha, los movió durante unos segundos, y cuando los sacó pude ver que estaban cubiertos de jugos va
