―Es que nada. Suficientes quilombos psicológicos voy a tener por haberme sacado estas fotos con vos. No quiero que una penetración de mi hermano se sume a eso. ―Sí, ya sé… perdón. Fue sin querer. ―Bueno, ahora que ya estás ahí, al menos aprovechá para sacar un par de fotos. ―Al menos van a ser buenas fotos. De verdad parece que te la estuviera metiendo. ―¡Ay, callate! Sacá las fotos y salí de ahí. Ya no aguanto más todo esto. Hice lo que ella me pidió. Cuando me alejé, Pao dio media vuelta. Sus ojos se dirigieron directamente hacia mi pija, luego desvió la mirada. Cruzó los brazos frente a su pecho, como si intentara cubrir sus tetas. Nunca la había visto tan frágil y avergonzada. ―¿Estás bien? ―Le pregunté. ―Más o menos ―me dio la impresión de que quería llorar―. Creo que esta idea