Así pasaron los días. Al principio, se miraban con seriedad con Mateo, pero de a poco fueron relajándose en el trato Fue así como un día Mateo apareció con voz de preocupación — ¿Que pasa Mateo? — Sofía, lo de siempre — ¿Que? — No quiere saber nada — Bueno, tenés que respetar sus tiempos — Dice que es muy grande — Lo es Mateito, lo es — ¡¿Ves?! Tenía razón yo, es muy grande y nunca voy a poder — decía casi entre lágrimas su hijo — Nooooo, Mateo, vas a poder y vas a hacer muy feliz a Sofía o a quien sea — No, nunca se va a animar — Creeme que se va a animar y va a disfrutar mucho Sin darse cuenta, los pezones de Selene se endurecieron y cerró los ojos para no seguir hablando y diciendo cosas de las cuales se podr