Al día siguiente, mientras desayunábamos (a las dos de la tarde, por nuestros horarios vampíricos), Selene nos dijo: —¿Alguien sabe algo de Priscila? Desde ayer que no la veo. —Yo sí sé, pero me hizo prometer que no dijera nada —comentó Milagros, con una sonrisa picarona—. Quédense tranquilas que está bien… muy bien, diría. —Oh… ¿tuvo suerte con Sebas? —Preguntó Pao. —¿Quién es Sebas? —Quiso saber Tamara. —Es un amigo de Mateo. Ayer, después del partido de fútbol, Priscila se fue a charlar con él… en privado —arqueó una ceja en un gesto que me pareció sumamente sensual. —Ay, qué lindo —exclamó Brenda—. ¿Así que Priscila consiguió a su príncipe azul? —Yo no estaría tan segura —dijo Milagros. —¿A qué te referís? —Le preguntó Cami—. ¿Acaso pensás que ese tal Sebas no va en serio? —No