―¿Humillante? Esa es la idea, hermanita. Mateo, quizás hayas escuchado a tu mamá quejarse de la masturbación, y eso es porque a tu edad ella se pajeaba mucho… pero mucho en serio. Se clavaba tres o cuatro pajas al día, mínimo. Y lo sé porque mi pieza estaba pegada a la suya y solo nos separaba una pared de machimbre. La podía escuchar gemir mientras se colaba los dedos. Me encantó sorprenderla en plena paja. ¿Sabés por qué? ―¿Porque era humillante? ―dije. ―Sí, pero para ella no solo es humillante el acto de la paja en sí. Lo que más le molesta a tu mamá es reconocer que está excitada y que la concha se le mojó porque está caliente. Ella odia admitir que el acto s****l le encanta. ―Es que no me gusta, de verdad… ―Sí, claro, Selene. Ahora también decime que sos virgen y que tus cinco h