Esto es guerra. Sí, tengo la pija dura y estoy muy excitado. Estoy disfrutando este momento en muchos niveles. Sin embargo, no debo olvidar el verdadero motivo por el cual estoy haciendo esto: demoler las barreras de defensa de mi abuela Fernanda. El recuerdo de mi madre llorando es lo que me mantiene enfocado. No importa lo caliente que sea la situación, ni lo linda que esté mi abuela toda desnuda y en cuatro frente a mí mientras le come el culo a Priscila. Debo mantener mi mente en el objetivo principal. —¿Y Mateo? ¿Te vas a quedar ahí quieto sin hacer nada? —Preguntó Fernanda. —Eh, no… no… es solo que… te vi tan entusiasmada con Priscila que no quise interrumpirte. —Me parece que a la abuela le gustó mucho mi culo —sé que mi hermana dijo esto más para alimentar su propia autoestima