―¡Mateo! ―Se las ingenió para gritarme en voz baja, no sé cómo lo hace, tiene un talento natural. Su voz fue apenas un susurro, pero yo lo sentí como un grito a viva voz―. ¿Qué hacés dando vueltas así? ―Señaló mi v***a erecta. Me quedé paralizado, todas las posibles excusas se atropellaron en mi mente―. Ya sé, no digas nada… estuviste “tocándote” en el baño, y todavía la tenés dura. ―Por suerte el pasillo que lleva a la pieza de Priscila también comunica con el baño, si Camila me hubiera encontrado un par de segundos antes, me hubiera visto salir así del dormitorio de Priscila―. Al parecer ahora existe una clase de “común acuerdo” para que todas anden en tetas, en tanga… o desnudas, como más de una vez la vi a Milagros; pero no me parece correcto que vos andes por la casa con el p**o duro