Cuando Jessica me quitó el teléfono, ya era demasiado tarde. Intentó borrar el mensaje, pero yo se lo impedí. Estuvimos forcejeando unos segundos, hasta que se escuchó el ruido de la puerta. Jessica, que también era capaz de pensar rápido, se apartó, quedando sentada a mi lado en la cama. Por eso la escena que vio Milagros no fue tan pornográfica; pero aún así yo estaba con la pija dura al lado de mi prima, y ella estaba en ropa interior.
―¿Qué está pasando? ―Preguntó Milagros.
―Esta pelotuda ―le dije―. Que solo viene a molestar.
―¿Qué me decís a mí, pendejo? Si el que se está pajeando en la cama de Milagros sos vos.
―Yo le di permiso para que lo hiciera ―le contestó Milagros. Esto molestó mucho a Jessica, que ya estaba en clara desventaja―. No sé qué mierda hacés en mi pieza, pero qu
