Abrí el cuarto de Jessica… digo, mi propio cuarto. Porque sigue siendo mi cuarto, carajo. Encontramos a mi prima tal cual la había dejado minutos antes.
―Ahí la tenés ―le dije a Pao―. Sin ropa y con el mismo carácter de mierda de siempre.
―Quizás está desnuda porque está cambiando la piel ―dijo Pao, sin molestarse en bajar la voz.
―¿Estás insinuando que soy una víbora? ―Le reprochó Jessica.
―Y… tenés que reconocer que sos bastante venenosa.
Se desató un feroz duelo de mirada entre ellas. Cerré la puerta detrás de mí y evalúe cuál sería sería la mejor manera de traer un poco de paz a este encuentro entre féminas ardientes. Pero como no se me ocurrió nada, dije lo primero que se me cruzó por la cabeza.
―Jessica, si tan mal te llevás con Pao, no entiendo por qué tenés tantas ganas de ch
