Cameron Price amaba sus tranquilos días de escuela…
Eran mucho mejores que el hospital.
—Maldita sea, no consigo ver nada.
Aquella queja hubiera pasado desapercibida para cualquiera, menos para ella: era como si tuviera un sensor que le indicaba cuando sus amigos le hablaban… aunque fuera una total estupidez.
—¿Qué cosa? —preguntó, más por deber, que por interés y sin apartar la vista de su cuaderno.
—Tú sabes —puntualizó la voz a su lado—. ¿Acaso tienes el chest binder puesto?
Cameron alzó la vista, sólo para confirmar que sus sospechas eran correctas.
Aunque, contrario a lo esperado por cualquiera, ni se inmutó al notar como su mejor amigo no apartaba la vista de su pecho, como si con solo mirarlo concentrado, le permitiera conocer los secretos del universo.
—No sé de qué te quejas —rebatió pasado un segundo, devolviendo la mirada de su cuaderno—. Creí que en primer lugar, mi pecho era lo que fastidiaba todo. ¿Lo recuerdas?
—Sí, pero tú no entiendes las fantasías de un adolescente… —continuó su mejor amigo. Pasó una mano por su cabello y sonrió de medio lado, clavando sus ojos castaños sobre ella—. Estamos en preparatoria y aún falta que hagas tu debut de estudiante. Cuando nos hicimos amigos, asumí que en preparatoria llevarías una falda.
Ella frunció el ceño, dispuesta a rebatirle, pero no fue necesario.
—¿Ya estás con tus estupideces, Marlon? —preguntó una tercera voz. Frente a ella el nombrado se puso de pie, observando como otro chico aparecía en el salón. El nuevo chico avanzó con calma hasta donde se encontraban ellos y luego de un par de segundos, se sentó justo frente a la chica, lanzando un suspiro desesperado—. ¿Estudias conmigo hoy para el examen de matemáticas?
—¿Te ha ido mal con el profesor? —cuestionó ella, preocupada.
—Dice que si no paso el próximo examen, le dirá a mis padres —hizo una mueca—. Entonces… ¿estudiamos o no?
—Agh, Tyler, deberías concentrarte en lo importante —reclamó Marlon, antes de que ella alcanzara a responder.
El chico de cabello oscuro lo miró directo a los ojos, usando aquella mirada infernal tan bien diseñada y destinada a intimidar a cualquiera capaz de desafiarlo.
Marlon le devolvió la mirada, aburrido.
—¿Eso es todo? —preguntó burlesco—. Sabes que esa cosa no sirve en mí.
—Y tú sabes que con el chest binder verle el pecho te será imposible —se burló el pelinegro, sonriendo por primera vez—. Para eso es que está diseñado.
Cameron bufó.
En la adolescencia, sus pechos se habían desarrollado notablemente, por lo que ocupaba aquel sostén especial para aplanarlo.
Claro que al llegar a casa se lo quitaba, no podía usarlo demasiadas horas. Y aún así, como parte de su pecho resaltaba, usaba una de las chaquetas negras de su primo.
—¿Qué clase de padre eres? —le recriminó Marlon a Tyler—. ¡Deberías animarla a usar ropa ajustada, salir de fiesta y tener un novio!
—¿Qué idea de lo que es un padre tienes tú en la cabeza? —preguntó Tyler, indignado, a quien cualquiera de aquellas ideas protagonizadas por Cameron, sólo le producía unas tremendas ganas de vomitar—. Cameron no tendrá novio hasta la universidad.
—¿Y cuándo has decidido eso por mí, papá? —preguntó ella, alzando su ceja. Pero ya era tarde: sus amigos ya habían comenzado la discusión clásica sobre cómo debían criar a Cameron, para que fuera una joven inteligente y honorable.
Ella no pudo evitar sonreír al verlos pelear.
Esos eran los dos idiotas a quienes más quería en el mundo: preocupados y cuidándola siempre, como un hermano mayor y un padre harían.
Ya ni siquiera recordaba el momento en el que esa "familia" había surgido, pero ahora en eso consistía su vida… y le encantaba.
—Como sea… —habló, elevando su voz un poco más para que se escuchara sobre las quejas. Desde la cirugía, se mantenía más grave de lo normal, aunque el doctor le había informado que era algo completamente normal y desaparecería con las semanas—. ¿Por qué no puedo tener un novio en la escuela?
Marlon y Tyler detuvieron de inmediato su pelea y voltearon a verla.
—¿A quién has conocido? —preguntaron al instante.
Por un segundo, ella pensó en decir una broma… hasta que a su mente acudió el muchacho del hospital, que amablemente había charlado con ella hacía varios días.
Solo con recordar su cabello rubio y sus ojos azules, una sonrisa automática apareció en su rostro.
Él había dicho que sería transferido allí. Así que debería estar paseando por la escuela…
La idea de que él estuviera buscándola asaltó su mente, antes de descartarla.
Frente a ella sus amigos fruncieron el ceño, indignados.
—A-A nadie —mintió deprisa, sintiendo la sangre subir a sus mejillas.
—Eres una pésima mentirosa —la acusó Tyler.
Tras ella, Marlon asentía.
—Siempre lo ha sido.
—¿Y qué les debería importar si conocí a alguien?
Ambos volvieron a discutir. Finalmente, cansada y con ganas de huir, ella frunció el ceño, cerró su cuaderno y se colocó de pie.
—Iré por algo de beber —explicó—. Ya vuelvo, par de idiotas…
Tyler intentó rebatirle, pero entonces, su celular comenzó a sonar.
Cameron aprovechó aquello para escapar.
Salió del salón y bajó las escaleras con calma, acomodando sus lentes.
Un par de chicas le quedaron viendo, lo que hizo que apurara el paso. Unos segundos después, escuchó aquella molestas risitas y cuchicheos, probablemente sobre ella y cómo estaba vestida.
En su escuela el uniforme de chicos y chicas era el mismo. No había faldas.
Las chicas odiaban eso. Llevaban años alegando ante el consejo escolar por el cambio de uniformes, pero hasta el momento, este había resultado inflexible en la decisión… lo que le permitía utilizar el pantalón de color azul.
Muy por el contrario, la corbata del mismo color se la había obsequiado Marlon. Las chicas no la usaban, exceptuando a Cameron… aunque claro, aquel último detalle debía ocultárselo a su madre.
Si sabía aquello sobre ella, en verdad enloquecería.
Casi sin pensarlo, llegó al patio y buscó a algún muchacho rubio entre la multitud.
Se cansó en cuanto llegó a la tienda.
Compró una caja de leche y continuó su camino. Iba entrando al edificio, en cuanto sintió una mano en su hombro.
Giró, sorprendida de encontrarse un par de conocidos ojos azules.
—¡Waah! En verdad eres tú —sus ojos brillaron al verla, aunque ella sospechó que se debía al alivio de encontrar a alguien conocido entre tantos extraños—. Me alegra no haberme equivocado.
—H-Hola —saludó, en un susurro.
Se sorprendió de que él la hubiera encontrado entre tanta gente.
—Lo siento si te interrumpo. Es mi primer día y ando algo perdido…
Y claro que lo andaba. De partida, ni siquiera tenía el uniforme correcto, lo más probable es que llevara el de su escuela anterior. Varios chicos le miraban desde el otro extremo del patio.
Cameron hizo una mueca al comprender que si el nuevo no se adaptaba pronto, se vería metido en problemas.
—Da igual —contestó, tratando de sonar amigable—, salí a comprar algo.
Él asintió, aliviado. Cargaba su mochila con él, lo que indicaba que acababa de llegar al edificio.
—Pablo Wayne —se presentó, con una gran sonrisa—. Tu nuevo compañero de escuela.
—Price… Cameron Price —respondió ella, estrechando su mano.
—¿T-Te importa si… si te acompaño un poco…?
Hizo la pregunta con extrema timidez, desviando la vista y acariciando su nuca con el objetivo de pasar desapercibido.
Ella no pudo evitar encontrar aquello completamente tierno y antes de darse cuenta, ya estaba asintiendo.
—Sería un placer.
Él sonrió de nuevo, con nervios.
Cameron comenzó a caminar y él la siguió.
Parecía que ya no podía volver a su salón… y probablemente Marlon y Tyler enloquecerían al ver que no lo hacía.
Llevó la mano a su bolsillo, buscando su celular para avisarles que tardaría un rato, pero suspiró frustrada al notar que lo había dejado en su bolso.
—¿En qué salón vas? —preguntó Justin, a su lado.
—Tercer año, en el salón 2.
El chico frenó de golpe. Cameron volteó a ver su expresión de sorpresa.
¿Sería posible que él también fuera en su…?
—¿Vas en tercer año?
Está bien. Esa no era la pregunta que esperaba.
—S-Sí… —contestó, sin comprender—. ¿Por qué preguntas?
—Agh, bueno, no es por ofender ni nada… pero creí que eras de primer año…
Ella frunció el ceño.
—No parezco de…
—Pareces de primer año —la interrumpió él. Cameron se cruzó de brazos e infló sus mejillas—. Y ahora pareces de secundaria.
—Cruzas la línea.
—L-Lo siento… —se disculpó, preocupado—. Voy en el salón 3.
—¿Cómo está tu tobillo?
—Oh, mucho mejor. Al final me revisó un doctor y dijo que sanaría si no me esforzaba demasiado.
Cameron asintió y siguieron caminando.
En aquellos cortos minutos, Pablo le contó que su padre había recibido una nueva oferta de trabajo y por ello se habían tenido que mudar tan repentinamente, noticia que él había odiado con el alma pues la idea de entrar a una nueva escuela lo asustaba, cosa que se notaba un montón pues pese a ser más alto que ella, caminaba con la cabeza gacha.
Obviamente era de aquellos chicos tímidos, pero al mismo tiempo parecía que no le costaba confiar, pues con el paso de los minutos se iba desenvolviendo mejor.
—¿Entonces tu mejor amigo vive en esta área? —preguntó ella, con leve sorpresa.
—Ah, sí. También estudia aquí —respondió, más seguro—. Se supone que me presentaría a sus amigos en este descanso, pero por más que he buscado no lo he encontrado…
—Tal vez solo se está demorando, pero vayamos al patio central.
Él la siguió entusiasmado, charlándole de aquel chico.
Según Pablo, habían sido vecinos toda la vida hasta que la familia de este se hubiera tenido que mudar por trabajo.
—Y lo mejor es que volvemos a ser vecinos, como toda la vida, fue una verdadera suerte que la casa junto a la suya haya estado en renta y… Oh, ahí viene.
Ella sonrió, feliz de que él pudiera encontrarse con su mejor amigo después de tanto tiempo.
Y hablando de amigos, también observó a Tyler aparecer junto a Marlon en la multitud, quienes apenas la vieron, se dirigieron a ella.
Sin pensarlo, alzó su mano para llamarlo.
—¡Tyler! —gritaron ella y Pablo, justo al mismo tiempo. De inmediato se miraron con sorpresa—. ¿L-Lo conoces?
Él sonrió, ella en cambio sólo pudo hacer una expresión de incredulidad.
Esa era demasiada coincidencia, casi ni parecía real.
—¡Pablo!
Frente a ella, Tyler se arrojó contra el chico, abrazándolo. De inmediato, ambos comenzaron a reír y arrojarse leves golpes.
El muchacho tímido frente a ella, desapareció al instante.
—Maldita sea, idiota. ¿Dónde estabas?
—Esperaba a Cameron para que bajáramos juntos. Y no tienes por qué quejarte pedazo de imbécil, tu llamada me tomó por sorpresa. Creí que comenzarías la otra semana.
Pablo rió, llevando sus manos a su nuca.
—Ya conoces a mamá, no le gusta que pierda clases.
—Sí, ya me imagino cómo será.
Marlon se acercó disimuladamente a Cameron.
—¿Quién es él?
Tyler volteó a verlo y sonrió.
—Es Pablo, mi mejor amigo.
—Creí que yo era tu mejor amigo —respondió el castaño, cruzándose de brazos y gruñéndole a aquel extraño.
—L-Lo siento —se disculpó Pablo con prisa—. S-Somos… mejor dicho, éramos mejores amigos de la infancia, antes de que él se fuera. M-Me acabo de mudarme y llegué hace unos días, desde ahora estudiaré aquí…
—Woah, entiendo. Bueno, no hay problema —Marlon sonrió, conforme—. No me molesta prestarte un rato a Tyler, mientras me lo devuelvas para la temporada de fútbol.
—No soy tu maldito objeto, pedazo de animal —replicó el pelinegro.
Cameron rió.
—Soy Marlon —se presentó el castaño, sonriente—. Y a mi lado tenemos a…
—Cameron —le interrumpió Pablo, sonriente—. Ya lo sé.
—Nos conocimos en el hospital —explicó la joven, ante la mirada de sorpresa de sus amigos—. Me lo topé por accidente.
—Oh, ya veo.
—Me parece bien.
—Más importante que eso… —Tyler sonreía, verdaderamente emocionado—. ¡Debes contármelo todo!
—Yo también quiero saber —Marlon se veía feliz también—. ¿Cuál es tu salón?
Cameron solo los observó charlar, mientras que recordaba su caja de leche olvidada. Sonrió con calma y la tomó, tratando de comprender aquel fuerte presentimiento.
Que aquel nuevo chico conociera a Tyler, era demasiada coincidencia… Ahora estaba segura.
Él cambiaría su vida de una u otra forma. Sería alguien importante para ella, alguien a quien querría mucho.
Aunque por otro lado, si Tyler era su padre Marlon su hermano…¿qué papel ocuparía él?
La palabra "novio" asaltó su mente nuevamente y de inmediato se sonrojó, apenada de tener una idea como esa.
Aunque ante aquella simple perspectiva… su corazón latió emocionado…