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— mientras el hermano de mi abuelo esté aquí, cumplirás tu parte del contrato y debes esforzarte — dice continuando su marcha al auto — él, debe creer que realmente eres mi esposa por amor y no por dinero aunque sabemos que es ridículo — dijo cuando la volteó a ver. No era lo que dijo, sino la mirada que tenía al decirlo. Maral veía dolor en él, dolor al hablar de amor y dinero a la vez. — Solo fuiste contratada por una razón, ser mi esposa y lo aceptase, no hay nada más allá — enfatiza unos pasos más cerca del auto. Maral no dice ni una sola palabra pues su mirada y aún más su silencio dicen mucho. Bruno estaba feliz por la tarde que habían pasado que no paraba de contar lo que había pasado. Aunque Damián se veía muy interesado en sus anécdotas y lo miraba a través del retrovisor.