Llego el día tan esperado, para volver a la hacienda; a las nueve de la mañana ya estaban instadas en la casa de huéspedes, Claudia, Valentina, Karina y Tomasa, ya las actividades de ordeño habían terminado y los corrales estaban vacíos. Valentina muy entusiasmada, monto a caballo el resto de la mañana, bajo la supervisión de Carlos, que le daba instrucciones. A mediodía, Karina se encontró con Carlos en su escondite secreto y compartieron juntos, durante una hora, cuando Karina regreso a la casa, habiendo acordado con Carlos, ir al rio en horas de la tarde. —He invitado al señor Edgard, a tomar un café a las tres de la tarde, mamá —le dice Karina cuando llego a la casa— quiero que le prepares el mejor café que hayas preparado en tu vida. —¿Y de cuando acá, tu compartes un café