Llegamos al hotel; caminamos hasta la entrada que conduce a la playa. Durante el trayecto hablamos poco, sólo algunos comentarios sobre la ciudad y lo moderno de los edificios y centros comerciales. Una vez que se acabó el camino de concreto, ella se quitó los tacones, era muy sensual ver sus pies blancos y delicados entre la arena. Yo también quite los míos. La noche estaba fresca. Fuimos hasta la orilla; mientras ella me explicaba sobre la constelación de Andrómeda, yo contemplaba la constelación de lunares que adornaban su blanca espalda. Su cabello, se movía con el viento y algunos permanecían pegados. Ella comenzó a sentir frío, me quite la chaqueta de gamuza y la coloque en su espalda y hombros. –Gracias poeta– me dijo mientras se abrazaba a mi chaqueta. Quise abrazarla para cale