—Te dije que nadie la ha visto salir, Egil. Tampoco está con mi madre, ya pregunté en su habitación. Es muy raro que haya salido sin comunicarle nada a nadie, ¿no se supone que está de reposo? —El comentario de Lilith le cae como una patada en el hígado a Egil. Él nota la mala intención en sus palabras, pero debe admitir que esta vez no dijo nada que no fuera cierto. Le pide que se retire y manda a uno de sus guardias por Loida. Ella debe haberla visto. No puede desaparecer entre tantos guardias y sirvientes esparcidos por toda la hacienda. —Señor Arrabal, la sirvienta ya está aquí —Informa un guardia y Egil le indica con la mano que la haga pasar. Loida lo mira algo nerviosa. —¿Dónde está mi esposa? —Loida permanece con la mirada en el suelo. Por unos segundos duda en hablar hasta q