—Buenas tardes, señor —Saluda Gabriel acercándose hasta el mostrador del encargado del hotel. El hombre hace un asentimiento mientras llena un formulario antes de pasárselo a un cliente que está sentado frente a la barra de madera—. Me gustaría saber si una mujer vino a verlo. Es una joven de cabello largo y oscuro, ojos grises y tez clara. —Por aquí pasan muchas mujeres todo el tiempo —Responde tosco el hombre y sin darle mucha importancia—. Todas se parecen, solo son montones de coños andantes, no me fijo en el color de sus ojos cuando me las estoy follando. El otro hombre ríe ante lo dicho por el posadero. A Gabriel le parece de muy mal gusto su comentario poco cortés, pero no lo contradice. Lo último que quiere es pelear también con él —Seguramente vino aquí pidiendo enviar un mensa