Muy temprano a la mañana, Mercedes vuelve a pedir reunirse con Lilith, pero los guardias le informan que tuvo que salir de la hacienda para hacer unos pendientes en la capital. Luego de mucho pensarlo y sin poder soportar la incertidumbre, con unas manzanas metidas en sus medias, la nana camina a pasos presurosos por los pasillos que conducen a la parte baja de la casa, donde se encuentran las celdas. Esta casa es muy grande, nada comparado con la de los Valencia, pero gracias a que algunos sirvientes le dieron las coordenadas, al fin puede llegar hasta la parte más baja, en los sótanos. El frío en esta zona es incómodo y el olor de las paredes es atroz. A Mercedes no le cabe en la mente por qué trajeron a Adelaide en este sitio. Si su esposo no estuviera de viaje, esto no hubiese pasad