—Me enviaron junto usted, señora, por ayuda. Vengo de la hacienda, mi niña, Adelaide Valencia, tercera hija del señor Bahram Valencia y la fallecida señora Amaranta, casada recientemente del señor Egil, está siendo torturada en secreto. El señor, quien se encuentra de viaje, no lo sabe. Temo por su vida, señora Irene. —¿Quién te dijo que yo podía ayudar a la joven Valencia? Por supuesto que Irene ya sabía de la boda de su sobrino y de la huida de la novia original y que Adelaide había sustituido a su hermana en el compromiso. Los cotilleos habían llegado a sus oídos por parte de la servidumbre. —El prisionero innombrable me mandó en su búsqueda —Irene lleva su mano a la boca cuando la escucha nombrarlo. Entonces él aún sigue vivo—. Ella de verdad necesita su ayuda, estamos solas en esta