Los cuerpos de los dos ocultos amantes se juntan casi como si esto fuera lo correcto, tanto Olivia como Emiliano sienten que hacen lo correcto en todo sentido. Mientras que la voz de Olivia se eleva en la habitación alejada de todo y todos, muy, muy lejos de la corte real o de cualquier persona que los fuera a molestar, ella se deja llevar y se siente maravilloso.
Emiliano fascinado con los gemidos que salen de los labios de su amada, hace que sus ansias por adentrarse en la princesa crezcan más y más, por lo que, sin mediar palabra alguna, masajea con sus dedos la feminidad de Olivia y deshaciéndose de las prendas que cubren la parte superior de su cuerpo, él degusta de su pecho, y juega con el delicado botón que posee allí, Olivia por su parte siente como la vergüenza toca a su puerta y se cubra un poco el rostro queriendo disimular un poco el rojo color en sus mejillas, puede ver la mirada lujuriosa del rey de San Carlo devorarla por completo, ya ni siquiera recuerda en qué momento su ropa desapareció, tampoco recuerda lo embriagante que era el olor de Emiliano en su piel. Es tan masculino, pero al mismo tiempo tan fuerte que la hace estremecer de pies a cabeza y le gusta más de lo que quisiera admitir.
—Eres tan hermosa, princesa. —Murmura Emiliano mientras se aleja del pecho de Olivia, quien en su lugar no puede evitar dar un saltito que los hace moverse a ambos, Olivia puede ver el delgado hilo de salida que se puede visualizar a penas de los labios de Emiliano hasta su pecho. —Tienes un sabor tan dulce, y pensar que estabas tan regia a la idea de estar a solas conmigo. —Burlándose, de eso, Emiliano logra hacer que Olivia le dé una mirada rápida.
—¿Así? Déjeme recodarle, su majestad. —Olivia aun aguantando la vergüenza, observa a Emiliano. —Que usted ha sido quien ha rogado por estar solas conmigo, ¿No dejo de pensar en mi en tan solo una noche? —Pregunta ella, burlándose ahora. —
Ella se siente confiada pues, dejo sin palabras a Emiliano, quien ahora parecía pensar con mucha velocidad lo que podría decir a continuación. Emiliano toma con su mano derecha la barbilla de Olivia y haciendo que lo mire con atención, dice lo siguiente:
—¿Y que dirías si supieras que estoy loco por ti desde el primer momento en el que te vi? —De esa manera, Olivia puede sentir como su corazón late de prisa en tan poco tiempo y la seguridad junto con el dinamismo que había brotado en Olivia, pronto, desaparece.
—Guarda silencio y mejor, continuemos con esto. —Emiliano, tomando a Olivia de la cintura, la hace sentarse sobre su regazo, ella jadea al sentir la masculinidad de Emiliano golpear contra su cuerpo, y le cuesta creer que realmente su cuerpo pudo soportar tanto.
—Tus deseos son ordenes para mi, princesa. —Y con eso, ambos labios se juntan de manera exaltada, pareciera que el tiempo se les estuviera a punto de acabar, Olivia enreda sus manos alrededor del cuello de Emiliano, quien se ha mantenido toqueteando su cuerpo, apretando y palpando a su gusto y placer, Olivia suelta gemidos involuntarios mientras que su respirar se agita y se corta.
Para cuando Olivia puede darse cuenta, Emiliano ha dilatado su interior mojado y empapado, le apena saber que su cuerpo ha reaccionado así, y al mismo tiempo le fascina en demasía saber que este hombre puede provocarle con el mas pequeño toque en su cuerpo. Así mismo, Emiliano, tratando de ser gentil al principio, se adentra en el cálido interior de Olivia, lentamente, y sin prisas, ella, temblorosa muerde su labio inferior con bastante fuerza, cuando el cometido de Emiliano se cumple completamente, ambos se quedan en silencio, con el único sonido de sus respiraciones que se pierden en la gran habitación. No pasa mucho tiempo para que Emiliano estando debajo de su amada y con teniéndola de frente, empiece a elevar sus caderas las cuales chocan con las de Olivia quien se arquea por el placer que pronto abraza todo su interior.
El interior de Olivia para Emiliano, era como estar en el paraíso, es cierto que en su primera vida estaban decidido a esperar hasta el matrimonio, sin embargo, las circunstancias han hecho que todo sea diferente, pero no menos especial por eso, sin duda, Emiliano ha adquirido toda la experiencia necesaria para hacerle sentir todo el placer necesario a su amada Olivia y por supuesto, por la expresión que esta hacía, sabía que le gustaba.
—Eres hermosa…Princesa, la mas hermosa de todas. —Olivia que siente su interior ser arremetido una y otra vez en una especie de éxtasis en el que se pierde, escucha las palabras de Emiliano, ella había escuchado esas palabras anteriormente y sabe que tenían un significado vacío cuando su prometido el marques de Valentino se las decía, pero, con Emiliano era diferente.
Y le asustaba saber que ella reaccionaba a esas palabras.
—Detén el tiempo para admirar lo que tengo delante de mis ojos, que los segundos se vuelvan horas y que al culminar nuestra unión de cuerpos hoy, todo continúe con normalidad. —Emiliano habla en su idioma, palabras que Olivia no entiende, mucho menos comprende, y cuando estaba a punto de preguntar qué es lo que había dicho Emiliano, este se abraza a su cuerpo y arremete sin compasión en su interior, golpeando en ese lugar que la hace estremecer de pies a cabeza.
Así, es como parecieran irse los minutos, los cuales parecían más bien horas, momentos en los que incluso Emiliano se había atrevido a detener el tiempo para que nadie se atreviera a molestarlos, después de todo, él había pactado con la diosa que regia en su país, ¿no había nada de malo en usar un poco del poder que ya carga verdad? Nadie los molestaría hasta que sus cuerpos estuvieran completamente zaceados hasta el final. Aunque Olivia no sabe nada, tampoco se preocupa, mucho menos se pregunta si alguien lo estará buscando.
Orgasmo, tras otro, el cuerpo de Olivia queda cansado, pero satisfecho, Emiliano quien parecía no tener suficiente de ella, sigue besándola por todos lados, queriendo aún más, pero, Olivia sabe que si no lo detiene ahora, posiblemente estarían todo el día ahí, y ella, lamentablemente tenia que continuar con la bienvenida al rey de San Carlo.
—Emiliano, ha pasado un rato desde que estamos…así, es momento de que me dejes ir. —Olivia no sabe que esas palabras dan profundamente en Emiliano, quien, toma su mano con delicadeza y la besa una y otra vez, este gesto la extraña, sin embargo, no deja de ser tan lindo.
—Mi princesa…Perdóname, pero si dependiera de mí, créeme que no podría tener suficiente de ti, jamás. ¿Por qué no vienes conmigo a San Carlo? Nadie tiene que enterarse, y será muy feliz conmigo allí. —Olivia sonríe un poco, las palabras de Emiliano suenan tan tentadoras, y suspira anhelando la libertad que por 26 años no ha podido tener.
—Estoy comprometida. —Murmura ella, Emiliano hace una mueca al recodar al marques de Valentino y como esta ha pasado la mayor parte de la joven vida de su Olivia atormentándola, y haciéndola sentir mal, no desea imaginarse como, pero, imaginarlo solo logra hacerlo enojar. —Es cierto que deseo irme tan lejos como fuera posible, pero, debo hacer unos asuntos antes. —Dice ella, pero, ahora que lo piensa, no esta tan segura de querer hacerlo y la idea de Emiliano suena tentadora, bastante.
—¿Qué es lo que quieres hacer? ¿y como puedo ayudarte a ejecutar tu plan? —Pregunta Emiliano, él haría lo que sea, cualquier cosa, por sacar a su princesa del infierno en el que vivía, incluso, estaba dispuesto a decirle toda la verdad, aunque, sonara como un cuento de fantasías.
—De acuerdo. —Responde ella. —Pero, debes prometerme que esto será entre tú y yo, nadie mas debe saberlo, o de lo contrario, podría tener consecuencias catastróficas para los dos. —Emiliano hace un asentimiento con la cabeza.
—Juro que no diré nada si así no lo quieres, no hare nada que no desees y por supuesto, tu confianza y consentimiento son los tesoros más valiosos para mí. —Encantada con esto, Olivia suspira, siente como si lo conociera desde hace mucho tiempo, y deseaba tanto haberlo conocido desde el primer día que empezó a asumir sus responsabilidades como princesa del reino de Escalante.
Sin embargo,
—¿Su majestad el rey se encuentra ahí? —La voz de Stephan, la mano derecha de Emiliano y general del ejercito más grande del país de San Carlo, hace que su importante conversación tenga que detenerse. Con el corazón en la boca, Olivia se siente alarmada, se supone que esto no debería estar pasando, se supone que ella debería estar enseñándole al rey su habitación, no involucrarse carnalmente con él.
Los habían descubierto.