—¿Emiliano, esta todo bien? —Emiliano reacciona y no sabe cuánto tiempo ha pasado desde que se quedó inmerso en sus propios pensamientos, parpadea para ver el rostro angelical de su prometida, tomándola pronto en un atrevido movimiento, Emiliano la acerca a su cuerpo. —¡Mi señor! —Chilla ella sorprendida por esto.
—Juro protegerte de quien sea y con mi vida, Olivia. —Murmura él, apretándola contra su cuerpo, los largos dedos de Emiliano se pierden en la larga cabellera de su prometida, quien no entiende su comportamiento.
Por un momento olvidan que podrían ser vistos por alguien, cosa que para Emiliano no es importante, él es un rey, sin embargo, Olivia es una princesa, dar estos espectáculos era poco común, sobre todo en parejas no casadas.
—Se que lo harás, pero, ¿Esta todo bien? —Vuelve ella a preguntar, el cálido cuerpo de Emiliano la está haciendo adormecer, le gusta la sensación de estar entre sus brazos y como por supuesto, el deja un suave beso en su frente. El lugar donde, solo aquellos que sienten tanto amor hacen esto, al menos es lo que se cree.
—Quisiera decir que sí, pero, ese marques, no me da buena espina, tiene como objetivo principal codiciar a una mujer que esta próxima a casarse. Cuestiona a su propio rey y mira por encima a cualquier persona que considere inferior. ¿Nadie siente esto extraño? —Olivia sabe que su prometido tiene razón, fueron pocas las ocasiones en las que ella se quedó a solas con el Marques de Valentino, solo porque este quería discutir asuntos que según sus palabras eran tan importantes, que incumbían la atención de la princesa.
Pero, grande fue su sorpresa al saber que este, solo quería admirarla, era escalofriante escuchar el intento de conquistarla que salían de los labios del marqués, y Olivia se preguntaba porque el marqués la quería precisamente a ella, es decir, prácticamente el marques podría ser su padre, pero, los sentimientos no eran mutuos con respecto a esto.
—Padre dice que en algún momento se cansara y que tomara a cualquier otra mujer en matrimonio, después de todo, tú y yo vamos a casarnos. —Emiliano suspira, y lentamente suelta a su prometida, quien lo observa atentamente, sus ojos de azul zafiro destellan amor por él y dice versa.
—Tienes razón, es cuestión de tiempo para que entre en razón, aunque, los hombres como él jamás se rinden y dan mucha pelea, sobre todo, me odia profundamente. —Emiliano sabe ver a una persona que no se da por vencido cuando la ve, él también lo es, aun así, no le agradaba en lo absoluto.
—Olvidémonos del marqués, tarde o temprano, tendrá que entender que nuestros reinos se unirán en uno solo por la armonía y bien de todos y que yo, seré Olivia de San Carlo. —Responde ella, y sintiendo su pecho desbocarse de amor, Emiliano no se resiste a besar dulcemente los labios de su prometida, por ahora, solo puede hacer esto, sin embargo, cuando llegue el momento de su boda, sus cuerpos no descansaran hasta caer complacidos completamente.
Pero esto claro, si no es que los futuros esposos deciden adelantarse a la luna de miel.
(…)
Ojalá Emiliano hubiera actuado rápido, en el momento que despertó, no tuvo un buen presentimiento y no hizo caso a sus sentidos cuando estos le decían que algo andaba mal, muy mal, y todo empezó con un sueño extraño, no, aquello fue una pesadilla demasiado real, su prometida, su amada Olivia estaba en el suelo, su vestido de novia estaba teñido por su propia sangre y finalmente, delante de ella, estaba el marqués de Valentino.
Quien con una retorcida y sádica sonrisa los observaba.
“—Que su matrimonio sea el más feliz, su majestad. “y completando aquella frase, el marques apuñalo a Emiliano quien estaba con la guardia baja.
Decir que aquella pesadilla fue demasiado real es decir poco, Emiliano no sabe explicar esa situación, pero, se engañó a si mismo diciéndose que no sucedería nada, y que todo estaría bien.
—Emiliano, has estado algo distraído. ¿Qué es lo que te aqueja? —Murmura Olivia tomando el brazo de su esposo, la expresión de preocupación en su rostro es más que evidente.
Emiliano sonríe, y niega con la cabeza.
Nadie podría lastimar a su amada Olivia, no mientras él pudiera evitarlo.
—Solo…Estoy muy ansioso por que finalmente seas mi esposa, anhelo verte llegar al altar y finalmente decir que eres completamente mía y yo tuyo. —Olivia que, no se esperaba esto, siente su rostro enrojecer completamente y mostrando una tímida sonrisa, solo puede robarle un beso a su prometido.
Pero, lamentablemente aquella no era su realidad.
En la noche de su celebración de compromiso con la princesa Olivia del reino sur de Escalante, todo parecía estar perfecto, pero, cuando el marqués de Valentino apareció con una expresión sombría, sonrisa retorcida y arrogancia incluso hacia su propio rey, todo iba a salir mal.
Aquellos que alegremente celebraban por el matrimonio con alcohol, cayeron desmayados de un momento a otro, y neblina extraña acogió todo un salón de fiestas, Emiliano pensó estar soñando cuando vio a su prometida toser su propia sangre y desfallecer en sus brazos.
Sintiendo la desesperación recorrerlo, Emiliano sintió su cuerpo caer sin fuerzas mientras su prometida se ahogaba y sucumbía lentamente delante de sus ojos.
Cuando Emiliano volvió a despertar, se encontró con su prometida sin vida delante de sus pies, su cabellera platinada caía sobre el pasto y su vestido tan blanco como su alma estaba cubierto de rojo, el corazón de Emiliano latía descontrolado, se pellizco una y mil veces despertar de aquella pesadilla.
—Mi princesa, no, no me dejes, por favor despierta. ¡Olivia! —La desesperación es algo que se puede notar en la voz de Emiliano, quien se siente tan débil e impotente por no hacer nada. —Por favor…despierta. —Murmura él, sin embargo, el frio cuerpo se su amada le deja en claro que es demasiado tarde.
—Es un triste final para una hermosa mujer como ella, sin embargo, si yo no puedo tenerla, nadie más lo hará. —La sombría voz del marqués de Valentino hace que Emiliano proteja aún más el cuerpo de su amada, y con odio en su mirar, él observa al culpable de todo esto, sonreír cínicamente.
—¿Tenías que hacerle daño a ella? No eres más que un desgraciado. —Murmura Emiliano, quien desde abajo observa con odio al marques. —Juro que esto no se quedara así.
—Debiste ceder querido rey, si te hubiera ido, la princesa seguiría viva. —El marques ríe victoriosamente. —Pero ahora, debo empezar desde cero, un nuevo reino, un nuevo país, con o sin la princesa, todos aquellos que se mostraron en mi contra no tienen vida ahora mismo. —Emiliano esta horrorizado, él debió impedir esto, debió hacerle caso a sus sentidos que le advertían sobre el marqués.
Quizás Olivia seguiría con vida.