Capitulo 18.

1000 Words
La noche ha caído por completo y una fiesta en honor a los recién llegados es lo que se celebra en el palacio del rey Octavio II, el mismísimo padre de Olivia, quien junto su esposa numero cuatro están observando maravillados el espectáculo que ante sus ojos se ofrecen, Emiliano sabiendo que debía despistar a todos los nombres al menos por unos momentos, ha llevado a sus hermosas y femeninas damas de la corte, mujeres que aparentan ser frágiles y débiles, cuando en realidad, están altamente capacitadas para el combate y sobre todo para deshacerse del enemigo de un solo golpe. La fiesta en su honor se había desarrollado por como cualquier otra, sin embargo, eso no era lo que le interesaba, con la mirada y desde donde se encontraba, esperaba encontrar a Olivia por algún lado, sin embargo, esta aun no había hecho acto de presencia, lo que lo desesperaba, aun le debe una explicación: y por supuesto que se la daría, él era un hombre de palabra a pesar de su reputación de mujeriego conquistador. Frunciendo el ceño mientras toma una copa de champagne, Emiliano, el rey de san carlo se roba los suspiros de las mujeres de la alta sociedad de Escalante, damas que han quedado asombradas y maravilladas con su presencia, quizás era por su prominente altura, o tal vez la manera en la que su pelo estaba pulcramente peinado, puede ser, que se traten de sus ojos los cuales hablan por si solos. Sea lo que sea, aquellas damas eran la tapadera perfecta para que nadie sospechara que él, estaba ahí por cuestiones diferentes que solo querer la paz entre ambos países. —¿No es acaso encantador? —Suspiraba una dama noble, fascinada por el porte tan masculino de Emiliano. —Ojala pudiera acercarme sin parecer desesperada. —Bueno, no era secreto para nadie que el rey de todo un país era tan deseado y otras veces despreciado por los nobles quienes solo querían su cabeza para tenerla como un trofeo. —Ese hombre es tan guapo como encantador, y que cuerpo, me vuelve loca. —Las jóvenes y mujeres nobles hablan del rey de San Carlo: Emiliano, quien las ignora y platica con el ministro de relaciones exteriores del país de Escalante. —Señoritas, señoritas, sin duda el rey de San Carlo posee un atractivo inusual, sin embargo, es un hombre poderoso y que no cree en los compromisos. —Se escucha decir a una de las mujeres, esta siendo mas mayor que las demás. —¿Y que tal si alguna de nosotras tendría el chance de conquistar su corazón? —¡Ja! —Rie una de ellas con sarcasmo. —El rey de San Carlo tiene la fama de ser alguien que no desea para nada ser atado, menos formalizar un compromiso, tiene la edad casadera perfecta y aun así, sus aventuras solo se reducen a una noche y nada mas. —Aquella era la dura realidad, pero, nadie se imaginaria si quiera lo que sucedia. —Apuesto a que su majestad la princesa debe estar emocionada también, después de todo, ella es la encargada de dar este hermoso baile. —Las damas de la corte se quedan pensativas, es cierto que el rey de San Carlo era atractivo y muchas mujeres del país de Escalante estaban encantadas (por no decir babeando) por su presencia. —No es de sorprender, la princesa deberá casarse con un hombre que le dobla la edad, por lo que supe, ella trata de pasar el menor tiempo posible con el Marques. No es de extrañar que la princesa se sienta atraída por alguien mas joven. —Las damas de alta sociedad rien entre ellas, descuidadas de no ser escuchadas por alguien. —Y exactamente, ¿Dónde escucho eso, señora Violett? —La voz del marques de Valentino hace que las mujeres de alta sociedad tiemblen de pies a cabeza, a pesar de que este este era un héroe nacional, no dejaba de lado el hecho de que su reputación de mujeriego lo perseguía, fue un escándalo saber que la princesa de Escalante se tendría que casar con alguien, sus podría ser su padre. —No...No me haga caso, señor marques, su excelente, solo son rumores que inventa la gente.—Responde rápidamente la mujer, si salía de esta con vida, se aseguraría de jamás hablar tan alto y menos cuando los involucrados estaban ahí, tan cerca. —Eso es lo que creí.—Responde el marqués de Valentino quien con un elegante y arrogante porte, sonríe hacia las damas.—Y si vuelvo a escuchar rumores sin sentido, creanme que dejare de ser un caballero.—Las endulzadas, pero peligrosas palabras teñidas de cordialidad salen de los labios del marques.—La princesa está muy feliz de tener a tan aclamado futuro esposo, uno que sin duda ha sacrificado todo por su hermoso pais...y su gente.—Las damas sienten temblar todo su cuerpo sin remedio, era obvio el porque, tenían miedo.—Pero, no las interrumpire más, queridas damas, mi prometida espera ansiosa por mi, hasta pronto.—Dandose la vuelta, el marqués de Valentino se aleja con elegancia. Buscando con la mirada a su futura esposa y medio de poder. Olivia. Olivia quien se había mantenido al margen de todo (y sobre todo lejos de su prometido) no había hecho aparición en esta noche, aunque se rumoreaba que posiblemente estuviera mal del estomago, no era de extrañar, las futuras novias sentían nervios de tan solo pensar en que se acercaba el gran día, y aunque Olivia había escogido la fecha mas lejana, pareciera que la misma estaba a punto de estrellarse contra su rostro por lo cercana que estaba. Como si no fuera poco, el motivo por el cual el Marques de Valentino estaba exigiendo hablar con ella, le había dejado sin habla. Le desconcierta, bastante, ella no entendía jamás la personalidad del marqués, por más que lo instara, era difícil para ella.
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