Si en algún momento de su vida, le hubieran dicho a Olivia que estaría entre los brazos del hombre que era el enemigo publico numero uno de su país ahora mismo, posiblemente no le hubiera hecho gracia pues, le habían dicho que en el país de San Carlo sus residentes eran monstruos, personas malditas que hacían cosas horribles, aunque Olivia no tenía opinión algún sobre esto y tampoco quería decir que estaba en contra o en favor de esto, ella ahora, estaba siendo tentada por Emiliano de San Carlo, el hombre que la había encontrado lo noche anterior con intenciones de deshacerse de su propia vida, el hombre que misteriosamente hizo algo que ella jamás creyó ver con sus ojos, usar magia para curar la herida de su cuello y por supuesto, quien le enseño lo que era el significado del placer en carne propia.
Una locura, pero, era la realidad. ¿Quién imaginaria a la pulcra princesa del país de Escalante ahora mismo siendo “infiel” a su prometido con el rey de San Carlo? Posiblemente nadie, ni siquiera el mismísimo marques de Valentino pensaría en que su inocente prometida podría hacer algo semejante, era simplemente una fantasía que jamás sucedería.
Pero lo hacía y por supuesto, se sentía bien.
Envueltos en un apasionado beso que solo hacia aumentar entre ambos el deseo que antes permanecía dormido, Olivia, princesa del reino Sur del país de Escalante, una mujer de 26 años que estaba prometida para el Marques de Valentino, el supuesto héroe de su país, se encontraba ahora, entre los brazos de un hombre que era prohibido para ella en todos los sentidos, pero, ¿realmente esto le importaba a Olivia? No lo sabía, no le importaba, solo sabe que los labios del rey de San Carlo queman placenteramente sobre su piel, ella tiembla mientras es cargada por los fuertes brazos de Emiliano, quien se había encargado de tomarla y llevarla lejos hacia la habitación que le correspondía, una muy, muy alejada habitación.
Emiliano se siente embriagado con la dulce y sensual fragancia que escapa del cuerpo de Olivia, su virilidad pega fuerte contra sus pantalones y esto lo hace gruñir al igual que una bestia en celo, desea poseer como la noche anterior, desea rasgar con sus manos cada pequeña pieza de tela que cubre el cuerpo de su amada y prohibida compañera.
Los suspiros de Olivia lo vuelven loco, la manera en la que su rostro esta sonrojado, le fascina, ama la sensación que le provoca la sola presencia de su princesa, y saber que, alguien podría descubrirlos lo hacía aún más excitante, pero, poco le importaba si le preguntan a Emiliano, quien, aun manteniendo contra la pared, sosteniéndola de sus redondos y suaves glúteos la sostiene, ella est arqueada, y su perfecto cabello dorado esta vuelto un desastre, sus labios estaban rojos y ligeramente hinchados, ni hablar de la manera en la que su pecho subía y bajaba constantemente debido a la atmosfera caliente del momento, los ojos tan azules como el zafiro de Olivia se encontraban llorosos, fascinados y expresivos, algo que Emiliano describiría como el arte en su máxima expresión.
—Su majestad…—Murmuraba ella mientras Emiliano degustaba y dejaba pequeñas mordidas sobre su piel. —Esto está mal, podrían descubrirnos. —A pesar de estarse dejando llevar por la adrenalina del momento, Olivia sabe que, como princesa de un país, las responsabilidades jamás la dejarían en paz.
Emiliano se detiene y la mira directamente a los ojos, los cuales brillan en lujuria, pasión, emoción e incluso diría que amor, él, un hombre que odiaba seguir las reglas (y que aun así era el rey de una nación poderosa) se estaba conteniendo bastante, sin embargo, estar a solas con su amada Olivia era algo que no podría hacer siempre, menos cuando todos los observaban y miraban.
—¿Esta mal sentirse bien, Olivia? —Ella estando en sus brazos tiembla al escuchar la voz de Emiliano decir su nombre, logrando que disimuladamente se muerda el labio. —Lo deseas, lo deseo, ¿Qué esta mal entonces? —Murmura él, sonriendo tan lasciva y arrogantemente, como solo un rey haría.
—Soy una mujer comprometida, una mujer que se supone debería ser casta y pura, sin embargo, estoy aquí, contigo. —Responde ella, en un momento lógico y tratando de parar algo que sabe, de seguir así, no podría terminar jamás. —La reputación de la familia real, mi reputación se verían en peligro. —Es cierto que inicialmente y cansada de todo, Olivia iba a ponerle fin a su vida, antes quería vengarse de todos los que la habían hecho daño, y sin embargo, estar en los brazos del rey de San Carlo no estaba en sus planes.
—Debes dejar de penar en lo que digan o piensen los demás y empezar a hacer lo que tú quieres, dices estar comprometida con un hombre pero, estas conmigo, lo que significa que no sientes el pequeño afecto por ese hombre. —Emiliano que sabe que palabras usar, sabiendo perfectamente la situación en la que desafortunadamente se encontraba Olivia, trata de consolarla y hacerla olvidar por unos momentos que ella es una princesa.
De todos modos, él fue su prometido primero y eso no contaba como una traición/infidelidad, ¿verdad? Al menos para Emiliano era de esa manera.
—Eres la mujer que me vuelve loco desde el primer momento en el que la vi. —El corazón de Olivia pega fuerte contra su pecho. —Tenemos poco de conocernos, lo sé, malditamente lo sé. —Miente en parte. —Pero, puedo asegurarte que jamás haría nada para lastimarte, menos que podría perjudicarte, déjame enseñarte a vivir, Olivia, y te prometo todo lo que tu corazón desea con desespero. —Y aquella propuesta era de lo mas tentadora, tan atrayente que sentía que, si decía que no, entonces ¿de que servía realmente todo esto? Olivia lo piensa, una y mil veces.
—Su majestad, yo-
—Emiliano. —Le dice él. —Entre tú y yo, solo nosotros, sin que nada más importe, solo llámame por mi nombre, Emiliano. —Ella parpadea, en su lugar, y lentamente, envuelve sus brazos alrededor del cuello del hombre que la sujeta contra su cuerpo y que ligeramente empieza a frotarse contra ella, Olivia suspira pues, siente la virilidad del rey rosar y ligeramente punzar con su entrepierna, lo que logra hacer que Olivia se sienta terriblemente bien.
—Majes….Emiliano. —Susurra ella, embriagada con el aroma tan masculino que desprende el rey de San Carlo, manera en la que pareciera que el tiempo se detiene y como hay tanta tensión entre ambos que podría cortarse con una tijera y aun así, la tensión crecería más y más. —Por favor bésame. —Pide Olivia, sintiendo como el peso de ser la princesa heredera de Escalante se cae por unos momentos, cuando los labios de Emiliano se juntan con los suyos, olvida todo, su vida, sus compromisos y responsabilidades, Olivia se siente libre y por supuesto, no piensa en su prometido.
La libertad se sentía bien, ella se sentía bien de estar entre los brazos de un hombre que no la forzaba a estar con él, un hombre que le estaba enseñando lo que era el placer de vivir y sentía que también, ese hombre podría ser una adicción a la cual ella no podría renunciar con facilidad.
Lentamente, ambos van hacia la cama de la habitación de Emiliano, y la ropa se desvanece por completo, Emiliano admira nuevamente el cuerpo de la mujer que lo vuelve tan loco, suspira y toca todo lo que puede, juguetea con el sensible y suave cuerpo de Olivia, las expresiones que hace solo las describiría como magnificas y escuchar suaves gemidos salir de su garganta lo volvían aun mas loco. Sin cohibirse de nada, degusta con su lengua el interior de su amada quien se aferra a las sabanas con sus manos mientras que él estaba entre sus piernas, Olivia tiembla bajo la experta lengua de Emiliano quien la prepara y lubrica con todo el placer del mundo.
Ella se arquea en su lugar mientras deja que los suspiros se pierdan por la habitación, sus ojos están llorosos pues, Emiliano la había llevado al éxtasis puro en dos ocasiones y deseaba hacerlo una vez más, cabe destacar que aunque Olivia tenia 26 años de edad, no había experimentado nada más que no fuera tener meros deseos carnales con jóvenes de su edad que le fueran atractivos, lamentablemente, el país de Escalante estaba sumido en la ignorancia con respecto a las mujeres y solo se concentraban en el placer que un caballero de la alta sociedad podría sentir, pero no entraremos en detalles.
Olivia simplemente desconocía todo lo que su cuerpo era capaz de hacer y todo lo que Emiliano podría provocarle.