Capítulo 01: Deudas

1616 Words
La alarma en el teléfono de Katherine sonó una vez más haciendo que la mujer soltara quejidos de lo irritada que estaba, no soportaba tener que trabajar en el horario nocturno y que le pagaran una miseria, pero era el único trabajo que pudo conseguir en el barrio en que estaba viviendo. Abrió sus ojos sin ganas volteándose para apagar la alarma y pudo notar lo asqueroso de su apartamento tipo oficina, no le gustaba, pero no podía pagar por algo mejor porque apenas y tenía para sus gastos personales. Las sabanas se cayeron al suelo cuando Katherine se levantó para irse a darse una ducha, dejaba que las gotas frías cayeran en su cuerpo. Se había acostumbrado a la temperatura del agua cuando noto el enorme gasto que era usar el calentador, cuando salió busco el uniforme de mesera del club nocturno en donde estaba trabajando. Katherine antes de salir de su apartamento observo con frustración el poco dinero, no tenía que comer y se suponía que era para pagar uno de los tres meses del alquiler del apartamento. —Necesito un nuevo trabajo… o un aumento. — Salió de su apartamento cerrando la puerta, cuando bajo las escaleras y llego a la recepción el dueño del lugar le hizo una señal con el de su muñeca reloj. —¡Tic tac, Katherine! — Le grito mientras que la mujer salía del lugar con mala cara, la noche reinaba en la ciudad y en los barrios más pobres muchas pandillas salían hacer negocios o solo a charlar al frente de sus territorios. Por dentro sentía miedo de todo aquello, muchas veces se podían escuchar disparos o gente gritando por las peleas callejeras. El olor en el lugar era asqueroso, pero ella se había acostumbrado a toda esa atmosfera tan asquerosa. Aunque no lo quisiera decir en voz alta ella se arrepentía haber ido a un país que no conocía, no quiso escuchar a sus padres y se fue con el poco dinero que tenía ahorrado a un país al azar. La emoción que sintió en ese momento fue enorme, pero todo se destruyó cuando poco a poco la despedían de los trabajos en la ciudad, ya no sabía qué hacer o a donde ir… Su última opción había sido esa… Los barrios pobres… Para Katherine fue duro todo lo que había vivido por durante los primeros meses, pero pudo enfrentarlo. Ella era mucho más valiente de lo que aparentaba. A solos unas dos cuadras de su trabajo se podía escuchar la fuerte música del club, aunque fuera temprano querían motivar a la gente de los alrededores para cuando abrieran. Cuando ella llegó no tuvo que presentar su identificación, el guardia ya la conocía. Al entrar al club las luces neón alumbraban el lugar, algunas compañeras practicaban sus bailes antes que el lugar abriera sus puertas y llegaran los clientes. A Katherine se le hizo raro ver los nuevos y lujosos vestuarios de las bailarinas, cuando llego a la barra saludo a su compañero quien también correspondió el saludo alegremente al verla. —Oye, ¿Qué pasa?... Hay mucho movimiento hoy. — El moreno desvía su mirada de los vasos que estaba limpiando para acercarse hacia ella. —¿Qué acaso no te has enterado? — Katherine niega mientras arregla algunas botellas. — ¡Nena, por favor!, ¿¡que pasa contigo!? — Adam, no estoy de humor… — Le dice sin muchas ganas, no quería pagar todas sus emociones negativas con su único compañero que le caía bien en aquel trabajo de mala muerte. — En este momento solo necesito una buena noticia o un chisme de las bailarinas, por favor. — Le ruega mirándolo y este sonríe viéndola. —Siento en ti un aire deprimente… Te tengo buenas y malas noticias, ¿Cuáles quieres escuchar primero? —Las malas… —No tengo ningún chisme de las bailarinas, pero… La buena noticia es que viene una persona con mucho dinero buscando algunas bailarinas para que trabajen con él, por lo que escuche le pagara muy bien a el jefe. —¿Eso que tiene de bueno para mí?... — Katherine tenía un aire de negatividad encima, ella tenía tantos problemas que no sabía cómo cargarlos y aunque quisiera enfrentarlo no podía. Adam noto eso en ella así que sirvió en dos vasos un poco de vodka y se lo entrego, al menos él quería animarla. —Para olvidar nuestras penas… — Le dice con una sonrisa el moreno dejando relucir sus blancos dientes y alzando su vaso, por dentro Katherine agradecía aquel gesto de parte de él. —Para olvidar todo lo malo… — Lo corrige alzando también el vaso con aquel líquido que su compañero le había servido. (…) Las bailarinas movían sus cuerpos al sonido de la música y los clientes miraban maravillados sus movimientos, aunque no había muchas personas en el club las bebidas salían una tras otra sin parar. Muchos hombres solo estaban allí porque la bebida era mucho más barata que en típicos bares, los empleados del lugar estaban ansiosos por la llegada del hombre que vería las bailarinas, pero todos ellos sabían que esa persona no entraría por la puerta principal reluciendo su ropa de marca y demostrando el dinero que portaba, oh no, todos los hombres con dinero entraban por la puerta trasera para no llamar la atención de nadie. Bruno quien era jefe del club llego al lugar haciéndole una señal a las mejores bailarinas para que subieran a su despacho, todos sabían que significaba eso. Había llegado el comprador, en el escenario solo estaban bailando las principiantes que hacían notar un poco su torpeza. —¿Crees nos darán más propina esta vez?... — El moreno término un pedido para colocarlo en la bandeja que iba a llevar Katherine, pero ella suelta una mueca al escuchar eso. —No lo creo, amigo… El movimiento no es muy bueno. — Ella toma la bandeja y antes de darse la vuelta coloca su mejor sonrisa para luego comenzar a llevar los tragos moviendo sus caderas sensualmente, sabía muy bien que mostrando la mejor cara se podía conseguir un poco más de propina. En su trabajo le pagaban cada vez que terminaba un turno, pero aparte de los gastos de su apartamento y cosas personales también tenía que pagar una comisión en su propio trabajo y ese era la seguridad por si un cliente se propasaba con ella. (…) Bruno miraba nervioso como aquel sujeto analizaba a cada una de sus bailarinas, este hombre se acercaba un poco a estas mujeres y las olía un poco en sus cuellos disimulando que olía su cabello. Pero cada vez que lo hacía una mueca se presentaba en su rostro, le desagradaba. Eran mujeres con hermosos cuerpos, pero aquel hombre no solo se fijaba en eso. —¿Alguna le ha gustado, señor Fischer?... — Su voz sonaba nerviosa, el nombrado se voltea para verlo sin muchas ganas. —Ninguna me llama la atención, pero eso no quiere decir que son muy hermosa. — Su voz era calmada y suave. —Lo siento mucho, ¿puedo ayudarlo en algo más? — La secretaria de William Fischer se le acerca al oído de su jefe y le susurra algo, este sonríe y asiente con su cabeza. —Sí, quisiera beber en la parte de abajo y mirar el espectáculo. — La secretaria sonríe por detrás tomando su cartera junto con una Tablet que había dejado en el escritorio. —Sí, será un honor. Por favor, siga a las bailarinas y díganle al Barma que la casa invita. — William siguió las indicaciones y siguió a las bailarinas en donde lo llevaron a la mejor mesa. (…) El olor que desprendía el lugar era a tabaco, alcohol, sudor y fluidos de otras cosas, a William le desagradaba y en ese momento se estaba arrepiento el haber consentido a su secretaria que miraba a las bailarinas con admiración. Pero ella no era la única que estaba viendo a otras personas, Katherine tenía su mirada clavada en ellos en el momento en que se sentaron en la mesa. —¡Katherine!... — Ella voltea y observa que es una de las bailarinas con una bandeja con algunas bebidas. — Lleva estas bebidas hacia esa mesa, es mi turno de hacer mi acto. — Se lo entrega a la de cabello rizado y se le señala la mesa. —Claro… — Con su mejor rostro y moviendo nuevamente sus caderas camina hacia la mesa que se le había indicado, cuando llega le coloca sus bebidas y William ante la llegada de la camarera le había llamado demasiado la atención y su secretaria también se le había quedado viendo. — Espero que lo disfruten, cualquier cosa vendré dentro de un rato para ver si necesitan algo más. Permiso… — Katherine se había ido dejando más que asombrado al hombre. —¿Te diste cuenta?... — Le pregunta Olivia a su jefe quien sonreía sin despejar la mirada de aquella mujer extranjera. —Oh, cariño, claro que me di cuenta. Su olor es exquisito, es dulce y adictivo. — Dice maravillado. —Me sorprende que siendo una humana pueda tener ese olor tan fuerte… ¿Te la llevarás a la agencia? — Le pregunta tomando un poco del ron seco que había pedido. —Claro que si, y no aceptaré un no como repuesta. Ella es más que perfecta… — Se levanta arreglando su saco listo para irse a la barra donde Katherine estaba sentada tomando algo. —Ve por ella tigre… — Le dice divertida mientras observa a su jefe caminando hacia la humana de un fuerte olor.
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