Una sola mirada

1187 Words
Años después... Estoy agotada, acabo de terminar mi primer turno; sin embargo, hoy hare doble. Escucho a mis compañeros en movimiento, va ingresando un paciente. —¿Cuál es la emergencia?—pregunto, caminando más rápido para seguir el ritmo del doctor Hernandez. —Tenemos una herida de bala. —¿Qué tan mal? —Todavía no estamos seguros. Pero te necesito conmigo, tu tienes más experiencia que las practicantes—me pide. Una buena enfermera puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para un paciente, particularmente en la sala de emergencias. Es una gran responsabilidad, pero no me importa. Me gusta el ritmo rápido de trabajo aquí, la forma en que vuelan doce horas. Al final de cada día, estoy tan cansada que apenas puedo caminar, pero también estoy satisfecha. La sala de emergencias rebosa de actividad cuando entro. Acercándome a una de las secciones cerradas con cortinas, retiro las cortinas y observo todo con una mirada rápida. La víctima del disparo yace en la camilla. Es un hombre grande, alto y ancho. Supongo que tendrá entre veinte y treinta años. Nancy, la enfermera de primer año, aplica presión en la herida del pecho para detener el sangrado. Dos hombres se paran cerca, pero les presto poca atención, todo mi enfoque esta en el paciente. Después de hacer un trabajo rápido de lavarme las manos y ponerme un par de guantes, me hago cargo. El pulso del paciente es débil y tiene dificultad para respirar. La bala debe haber dado en un pulmón. —Está entrando en un shock hipotensivo —grito. El doctor se apresura. Rápidamente confirma que el paciente está experimentando un neumotórax a tensión. Unos minutos más tarde, tenemos un tubo insertado en su pecho. El neumotórax del paciente se descomprime y respira con dificultad. Bien. Ahora tenemos que detener la hemorragia. Hay tanto una herida de entrada como una de salida. La bala atravesó directamente. A juzgar por la ubicación de las heridas, debe haber pasado por alto su corazón. Otro centímetro y el hombre estaría ocupando una bolsa para cadáveres en lugar de esta camilla.No me pregunto quién le disparó a este hombre o por qué. Ese no es mi trabajo. Mi trabajo es ayudar al doctor a salvar su vida. Finalmente, la víctima está estable y puede ser llevada a Radiología para una tomografía computarizada. Salvo complicaciones imprevistas, el hombre vivirá. Me quito los guantes y me acerco al lavabo para lavarme las manos de nuevo. El hábito está tan profundamente arraigado que nunca tengo que pensar en ello. Siempre que estoy en el hospital, me lavo las manos compulsivamente cada vez que puedo, tanto por mi propia salud como por la de mis pacientes. Dejo que el agua tibia corra por mis manos y giro la cabeza de lado a lado para aliviar la tensión en el cuello. Por mucho que amo mi trabajo, es agotador tanto física como mentalmente, especialmente cuando la vida de alguien está en juego. *** Después de un par de horas, no hay más emergencias. De vez en cuando Me quedo al lado de algún paciente que necesite compañía, esta vez elegí al hombre herido de bala. Tomo asiento y lo veo con cuidado. Es un hombre muy atractivo, siempre cuando estoy en estas situaciones me pregunto sobre sus vidas, y me hago cierta historias fantásticas en mi mente sobre ello. Abro el libro y comenzó a leer con voz suave, aunque el paciente está dormido, siempre me gusta leerles, por si inconscientemente me pueden escuchar, elijo historias con final feliz, para que su descanso sea más tranquilo y puedan despertar a gusto. Cuando terminó de leer el libro me doy cuenta que esta apunto de amanecer, mi turno esta por finalizar. Cierro el libro y veo a mi paciente, se veía más estable. En ese momento siento una mirada, volteo hacia la puerta y veo un par de ojos azul acero mirándome. Es uno de los hombres que había estado cerca de la víctima, probablemente uno de sus parientes. En lugar de apartar la mirada, como suele hacer la mayoría de la gente cuando la sorprenden mirando fijamente, el hombre continúa estudiándome. Tanto intrigado como ligeramente molesto, lo estudio de nuevo. Es alto, más de seis pies de altura y de hombros anchos. No es guapo en el sentido tradicional. Esa es una palabra demasiado débil para describirlo. En cambio, es magnético. Eso es lo que me viene a la mente cuando lo miro. Está ahí en la inclinación arrogante de su cabeza, en la forma en que me mira con tanta calma, completamente seguro de sí mismo y de su capacidad para controlar todo lo que lo rodea. No sé quién es ni qué hace, pero dudo que sea un empujador de lápices en alguna oficina. Este es un hombre acostumbrado a dar órdenes y hacer que se obedezcan. Su ropa le queda bien y parece cara. Tal vez incluso por encargo. Lleva una gabardina gris, pantalones gris oscuro con una sutil raya diplomática y un par de zapatos negros de cuero italiano. Su cabello castaño oscuro está corto, casi al estilo militar. El sencillo corte de pelo se adapta a su rostro, revelando rasgos duros y simétricos. Tiene pómulos altos y una nariz afilada con un ligero bulto, como si se hubiera roto una vez. No tengo idea de cuántos años tiene. Su rostro no tiene arrugas, pero no hay infantilismo en él. Sin suavidad alguna, ni siquiera en la curva de su boca. Supongo que su edad rondará los treinta, pero fácilmente podría tener veinticinco o cuarenta. No se inquieta ni se ve incómodo mientras continúa nuestro concurso de miradas. Simplemente se queda allí en silencio, completamente inmóvil, con su mirada azul clavada en mí. Para mi sorpresa, mi ritmo cardíaco se acelera mientras un cosquilleo de calor recorre mi columna vertebral. Es como si la temperatura de la habitación hubiera subido diez grados. De repente, la atmósfera se vuelve intensamente s****l, haciéndome consciente de mí misma como mujer de una manera que nunca había experimentado. Puedo sentir el material sedoso de mi conjunto de ropa interior a juego rozando entre mis piernas y mis senos. Todo mi cuerpo parece enrojecido y sensibilizado, mis pezones se endurecen debajo de mis capas de ropa. Santa mierda. Así que esto es lo que se siente al sentirse atraído por alguien. No es racional, no es lógico. No hay encuentro de mentes y corazones involucrados. No, el impulso es básico y primitivo. Mi cuerpo ha sentido el suyo en algún nivel animal, y quiere aparearse.Él también lo siente. Se nota en la forma en que sus ojos azules se oscurecen, los párpados se bajan parcialmente y en la forma en que sus fosas nasales se dilatan como si tratara de captar mi olor. Sus dedos se contraen, luego se cierran en puños, y de alguna manera sé que está tratando de controlarse, para evitar alcanzarme aquí y ahora. Si estuviéramos solos, no tengo ninguna duda de que ya estaría conmigo ¿Cómo puede causarme todo esto con una sola mirada?
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