Quiero exigir una explicación y correr. Lo que no quiero es que Nikolay piense que estoy escuchando a escondidas, pero es demasiado tarde, porque cuando finalmente me pongo de pie para moverme hacia las escaleras de nuevo, la voz de Nikolay me detiene en seco. —Mar. La forma en que dice mi nombre ahora contrasta con lo que acabo de escuchar. El cariño se pronuncia con ternura, no, con cautela. A regañadientes, me giro. Se para en el marco, las líneas de preocupación marcan su frente. —Yo…— trago para humedecer mi garganta seca—.Tomé una ducha. Espero que no te moleste. Avanza hacia mí, con el ceño fruncido cada vez más. —¿Por qué me importaría?—el hombre calvo sale detrás de él. Lanza una mirada en mi dirección antes de pasar junto a nosotros por las escaleras. A través de la puerta