Ian
Las calles de la ciudad me reciben como tantas otras veces, mis mano se encuentran apretadas contra el teléfono, tuve que viajar en la madrugada, después de hablar con Megan, porque no quería llamar la atención, esto no era más que una visita fugaz, era algo que llevaría unas horas, solo eso.
Miro de nuevo a la azafata, sus pestañas se mueven exageradamente mientras me mira, quisiera decirle que se ve ridícula haciendo eso, pero ella no tiene la culpa de que mi humor no sea el mejor, no, claro que no la tiene, sobre todo porque mi molestia se resume a una persona, un jodido abogado y sus ganas de meterse en mi vida, en mi matrimonio, con mi mujer y mi hijo.
Menudo cabrón.
Negué de nuevo, yo era el cabrón en esta historia, fui yo quien lo jodio todo, fui yo quien cago cada parte de
