CAPÍTULO SIETE
El Plan
No había nada más que galletas de maíz duras para comer, pero con ellas hicieron un festín, saborearon cada bocado y lo tomaron todo con lo último de su café.
“Hay un banco en la ciudad de Paradise”, dijo Shapiro mientras tragaba su último bocado. “Tiene dinero de la compañía ferroviaria. Todos los jueves, hombres armados vienen a recoger dinero en efectivo para pagar los salarios de los trabajadores del ferrocarril. Uno de mi pandilla, un hombre llamado Arkan Lomas, trabajaba como uno de los guardias. Me contó acerca de esto. Mi esperanza era que pudiéramos asaltar el banco ese día, tomar el dinero y dirigirnos a México. Cole puso fin a todo eso". Levantó la mano, girándola para revelar la cicatriz lívida que atravesaba el dorso de la muñeca. “Me despojó del arma
