Por otro momento dormí como un príncipe. Esa pequeña conversión con Kenser, me dejó ver que muchas de las criaturas de por aquí aún conservan ese lado humano que nos hace diferente a los otras criaturas. Sé que hay una tremenda carga de responsabilidad sobre mis hombros, poco a poco lo voy entiendo. Todavía hay mucho por recorrer, todavía faltan montañas que escalar, ríos por nadar, océanos por cruzar, selvas que atravesar y vidas que salvar. Debo crecer mentalmente, debo saber a donde ir, debo conocer mis fortalezas y mis debilidades.
Cuando se duerme bien, uno se levanta con buenos ánimos, con buenas energías. Cuando se supone ya había amanecido, nuestro amigo nos despertó, estaba él un poco a penado porque no tenía para darnos desayuno ya que él comía animales sin cocinar, creo que no hubiera sido lindo ver en la mesa trozos de murciélagos en salsa de sangre. Pero eso fue lo de menos porque aún nos quedaba comida que nos habían preparado los Gilbinder. Desayunamos en su improvisado comedor y dimos gracias por hospedarnos en su humilde cueva. Le dije que estuviera alerta, que cuando viera caer el escudo significaba que vendrían cosas mejores. Nos estábamos preparando mentalmente porque íbamos a salir, en teoría las bestias de esos túneles estaban dormidos por eso nuestro amigo nos llevaría más cerca de la salida.
Le regalé la manta que él tanto deseaba.
_ ¡Muchas gracias!. La cuidaré mucho. De verdad es el primer regalo que recibo en todo este tiempo que llevo aquí.
_ Te haz portado muy bien con nosotros.
Él nos llevó por un túnel secreto que tenía su cueva para, así salíamos a otro lugar en el túnel grande con franjas amarillas.
Bajábamos un pasillo estrecho y oscuro.
_ Estos pasillos me recuerda mucho cuando uno iba al cine. Normal en los cines de por aquí, uno entraba por la puerta principal de la sala, pero salía por otras puertas que daban a pasillos y corredores casi secretos.
_ ¿Por qué lo hacían?
_ Ni idea_ Dió una risa.
La criatura se movía con facilidad por esos pasillos con sus patas de araña. Salimos al pasillo principal del túnel. Todo se veía tranquilo y callado, solo las goteras de las filtraciones hacían ruido. Di un vistazo arriba y se apreciaban las telas de araña, estaban altas. Por el pasillo del túnel olía mal, a muerte, ví pedazos de animales regados por el piso. Nuestro amigo iba delante de nosotros sirviendo de guía, veía para todos lados con sus grandes ojos, cruzamos el pasillo por los rieles y seguimos caminando.
Debíamos guardar silencio. Así estuvimos caminando por unos díez minutos, sin ver nada, de vez en cuando se escuchaba algún chillido que provenía de alguna pequeña cueva. Kenser, nos prohibió hablar porque nuestras voces rebotarian en las paredes de los muros despertando a muchos, por eso el silencio era indispensable. A veces me parecía ver ojos que iluminaban dentro de aquellas pequeñas cuevas. En realidad, no quería que me saltara un bicho de esos gigantes. Nuestros pasos se escuchaban secos. Pero al ya llevar como veinte minutos caminando, pasamos por una zona muy oscura, de no ser por las linternas, estaríamos perdidos. El suelo comenzó a realizar sonidos de rescabrajamiento, ví al piso y habían vidrios rotos por todo el piso.
_ ¿Qué pasa?
_ Algo está mal por aquí, esto no lo había visto. Estén alertas_ Dijo la criatura poniéndonos alerta.
El pasillo tenía vidrio por una extensa área, vidrios rotos. Las luces de las linternas resplandecían en ellos. Me daba la impresión de que alguien nos observaba, y eso era aterrador.
De pronto, una figura espectral apareció de una cueva, tenía un hacha gigante en sus manos, era la misma que había visto cuando el edificio se desplomó, de la misma especie. Al vernos salió corriendo hasta nosotros, comenzamos a huir de ella pero era muy rápida, me tomó a mi primero, me dió un empujón, caí deslizandome, y coloqué las manos sobre los vidrios rotos cortando las palmas de mis manos. Sentí tanto ardor y dolor que grité de inmediato. El peso del morral a mis espaldas hacía que los vidrios se clavaran más profundos. Sam salió a ayudarme pero recibió un golpe de la criatura que lo arrojó contra el muro rompiendo parte del concreto y desmayandolo. La criatura dió un movimiento rápido sobre Max y le clavó la punta de su hacha sobre el pecho causando que el chico gritara de dolor tratando de sacarse el punzón. Kenser subió sobre los hombros de la criatura para tumbarlo pero fue inútil, la criatura lo golpeó tan fuerte que le partió la nariz con dientes y boca incluida. Emma fue tomada por el cabello y le llevó la cabeza contra la pared varias veces hasta que perdió el conocimiento. Allí, la criatura me vió tratando de levantarme del suelo lleno de vidrio y saltó a donde yo estaba y me tomó por un brazo alzándome a su nivel. Sacó una lengua doble como lo tendría una serpiente y la pasó por mi cara varias veces. Comenzó a arrástrame al interior de la cueva donde antes había salido. Di un vistazo a donde estaban mis amigos y quedaron ahí, tirados, espero estén bien. La criatura caminó por esa cueva fría y llena de huesos que se amontonaban en el piso. La cueva dejo de ser de concreto para ser de roca. Al llegar a donde el monstruo quería, me arrojó al piso, me volvió a ver, yo intenté huir pero la criatura me agarró por una pierna y partió el hueso de mi pies; la tibia para ser exactos, no solo se conformó con uno sino que rompió el otro hueso del otro pies. El dolor era muy grande, yo solo gritaba, estaba muy desesperado, no quería morir así y menos estando tan cerca de la salida. El monstruo, fue a un rincón, buscó donde tenía varias herramientas y sacó un cuchillo, ahí se acercó a mí y comenzó a acariciar mi cara, observado cada detalle, tal vez viendo que yo era lo que él fue una vez.
_ Por favor, déjame ir. Yo estoy tratando de solucionar todo esto.
Pero mis súplicas eran en vano, la cosa monstruosa acercó su cuchillo a mi muslo y comenzó a cortar el pantalón, luego lo clavó en él y cortó un trozo de carne, de mi carne.
Creo que nunca había sentido un dolor tan terrible, y no solo eso, ver como me estaba comiendo ahí mismo... Yo trataba de moverme de gritar más y más, mi garganta ya dolía. La sangre comenzó a salir a chorros de mis piernas partidas y de mi muslo cortado. Eso le dió más frenesí al monstruo que llevó sus dientes a mi muslo y comenzó a morder y arrancar trozos de mi carne...
¡Aaaaaaaaa! Era terrible aquello, morir vivo devorado por una bestia... Llevé mis manos a la parte de atrás de mi mochila, y traté de amortiguar el dolor, logré alcanzar la daga de la Esperanza y se la clave al monstruo decenas de veces en su nuca y espalda, el chillaba o gritaba como un toro, me tomó por el cuello ahorcándome, pero le clavé la misma daga en uno de sus ojos retorciendo hasta sacarselo, y le corté el cuello.
Él cayó muerto, y yo quedé ahí desangrandome, ya no podía ni dar un pequeño grito. Todo se estaba apagando en mi cabeza. Que forma tan primitiva de morir.