Fui a un lugar que tenía un letrero que decía: "Venta de boletos".
_ Buenos días señorita, tengo un boleto para Tokio.
_ ¿Su nombre por favor?
_ Robert Pierce.
Ella buscó en un computador y dijo:
_ Justo está cargando la nave_ Señaló hacia el ventanal donde se veía la nave.
_ Llegué a tiempo entonces.
_ Así es joven. Son muy raros los vuelos a j***n, sobre todo saliendo de una país suramericano. Aunque...
_ ¿Sucede algo?.
_ Aún no se ha cancelado el costo del boleto.
_ Debe ser un error.
_ Bueno, acá tengo que el boleto fue apartado con su nombre pero aún no se ha hecho efectivo el p**o, además, es un vuelo muy costoso. ¿De verdad tiene para pagar algo así?
_ Mi jefe lo pagaría.
_ Puede que mañana se haga efectivo. El próximo vuelo a j***n será en cuatro días.
_ Es que me urge ir a Tokio hoy.
_ Lo siento joven, no puedo hacer nada más.
Qué tonto. ¿Quién pensaría que un cualquiera como yo tendría el privilegio de viajar a j***n? Me voltee al ventanal observando la imponente nave estacionada. Entonces me llegó una idea sensacional, presumiria mi nuevo seudónimo. Me dirigí a la chica:
_ Soy un Apriori señorita, debo ir en ese vuelo_ Aparté la bufanda de mi cuello y le mostré el botón. Ella abrió los ojos sorprendida, hizo una llamada, esperó instrucciones de su receptor y me dijo después de colgar la llamada:
_ Tenga señor Pierce. Bienvenido al vuelo 399 del año, directo a Tokio j***n.
Me entregó el boleto, que era una chapa azul que devolvería al que me recibiera en la nave.
_ ¿No tengo que pagar? ¿Eso es todo?
_ Por supuesto que no, un vuelo de lujo para usted_ Sonrió.
Agradecí y salí a abordar la nave que ya se estaba llenando de gente. Entregué la chapa a la azafata, esta me vió, susurró algo con un joven que se aproximó y este se acercó a mí quitando mi equipaje.
_ Bienvenido señor Robert, sígame.
Lo seguí. No me llevaba al lugar típico de los pasajeros, con aquellas hileras de asientos uno detrás del otro, sino a otro lugar, que yo no sabía que tenían estas naves. Subimos un ascensor que marcaba el piso 3, al abrirse se mostró ante mí un enorme salón, era como un restaurante lujoso, o una sala de estar lujosa, muebles color vinotinto con blanco, ventanales panorámicas, un piso de LED que cambiaba de color al pisar, un hombre tocando el piano en un rincón, varias personas se veían andar por ahí. El hombre cruzó a la izquierda por un pasillo, él se detuvo en la puerta dos, sacó una tarjeta y la pasó por una ranura en ella abriendo la puerta. Había una habitación, tenía una cama que se veía cómoda, un baño, un armario y un televisor, la habitación estaba fría. La pequeña ventana estaba empañada.
_ Hace frío aquí_ dije.
_ Habitación tibia_ Ordenó el hombre, la habitación se puso tibia y reconfortante_ Le recuerdo que esta habitación será su balsa salvavidas en caso de alguna inconsistencia, si la alarma suena, no debe salir de aquí, esta habitación está equipada para darle lo necesario por tres días, ella estará transmitiendo una señal a la torre de control para su pronta localización. El vuelo tardará 10 horas...
_ ¿Por qué tanta seguridad?_ Pregunté algo nervioso por las instrucciones que dió el hombre.
_ ¿No se ha enterado?_ Me Preguntó como si obligado debía saber algo. Moví mi cabeza negando_ Hoy en la madrugada, una onda electromagnética cargada de neutrinos traspasó la capa de ozono, impactando en México, dañando varios sistemas y dejando a algunas ciudades sin energía eléctrica, doce personas murieron y dos de nuestras naves cayeron. Hace media hora nos enteramos que ya la energía eléctrica había sido restaurada y que todo volvía a la normalidad.
_ ¿Qué causó esa onda?_ Pregunté.
_ Hay muchas versiones señor Robert, la más lógica es que nuestro sol está muriendo, y cada diez años tendrá esas explosiones, y éste año parece ser su año de actividad... Esperemos que descifren su pesadilla y logren ayudarnos_ Dijo con una esperanza.
_ Yo también lo espero.
El hombre me vió y salió cerrando la puerta, entonces, me asomé por la ventana redonda y ví a el sol, aún levantándose, y creo que lo ví más anaranjado o tal vez son paranoias mías. Salí a dar un paseo por aquel lugar tan bonito, digno de un Emperador. A los diez minutos la nave partió, desde donde me encontraba, en aquella ventana panorámica en la sala común, podía ver alejarse mi ciudad, en unas horas mi país, en otras más mi continente, para adentrarme en un continente nuevo para mí, en un país, en una ciudad... "Tokio, la ciudad que toca el cielo", ya quiero verla.
A las tres de la tarde me fui a dormir, quería descansar, he pensado mucho en esa pesadilla y ya me duele la cabeza.
Dormí como un bendito. Pero a las seis de la noche me despertó una alarma, en la habitación se encendía y se apagaba una luz roja, supuse que algo andaba mal, me asomé por la ventana y no veía nada solo una tormenta, la habitación se movía bruscamente. La voz del capitán se escuchó por los parlantes.
_ "Estimados pasajeros. Hemos perdido el control de la nave, caemos precipitadamente a la Zona Restringida, deben permanecer en sus puestos, repito, deben permanecer en sus puestos..."
La conexión se cortó. Me encontraba aterrado, el capitán fue claro, estábamos cayendo, no había marcha atrás. En un rincón de mi habitación estaba una silla con cinturón de seguridad, salí como pude a ella, me senté y me coloqué el cinturón viendo por el ventanal, todo se agitaba más y más, escuchaba el crujir del metal, olía a cable quemado, si yo, que estoy en una cápsula protegida estoy viendo todo esto, no me quiero imaginar lo que sucede con los pasajeros en los lugares comunes de esta nave.
El capitán dijo que caíamos a la Zona Restringida y hasta donde tengo conocimiento, nada puede caer ahí, una porque se supone que es una zona altamente radioactiva, si entramos a una distancia de diez kilómetros nos calcinariamos y dos, la Zona Restringida poseía un campo magnético que cubría toda la zona; como un Domo, que a su vez hacia el papel de muro protector, lo que sería imposible ser traspasado por una exposición atómica, no iba a ser traspasado por una nave cayendo en picada. Pienso que la bitácora del capitán estaba errada, pero es el capitán, hay que creer en lo que dijo.
Lo cierto es que, sea en la Zona Restringida o en otro lugar, esta nave estaba cayendo, y pronto colisionaremos con algo sólido, espero no ser uno de los muertos, y espero nadie muera.
La nave seguía cayendo, entonces colisionamos, cientos de ramas de árboles se veían golpear mi ventana, lo que me dió a entender que se deslizaba por una especie de selva, la lluvia no paraba de caer, los relámpagos iluminaban aquella tenebrosidad, entonces escuché cuando mi cápsula se desprendió de la nave y comenzó a girar y a girar, sentía que mi cerebro se saldría por mi nariz, hasta que chocó con algo sólido y perdí el conocimiento.
Comencé a despertar de aquél feroz impacto, aún me encontraba atado a la silla, la luz roja se había apagado, en mi habitación todo parecía ir bien, ya había amanecido, los rayos del sol iluminaban, agudizé mis oídos para captar sonidos a mi alrededor, y escuché cómo ligeras olas golpeando la orilla de una playa, solté el cinturón, caminé a la puerta apartando algunos objetos, abrí y en efecto, el sol hirió mi vista, una fría brisa soplaba, me conseguía en una playa de arena blanca y de cristalina agua. Me subí; con un poco de dificultad, en el techo de la cápsula para poder panear el lugar. Se veían verdes palmeras, bosques extensos, al parecer me conseguía en una isla enorme, ¿O era un continente? Era evidente que no estaba en la Zona Restringida que había dicho el capitán. Todo era muy bonito por aquí, era paradisíaco. Muy al fondo en la selva ví salir una humareda, lo que supuse que ahí había caído la nave, si quería conseguir personas ese era el lugar a donde debía ir.
Aunque más allá del humo, mucho más allá, se levantaban unas edificaciones, ¿o eran unas montañas? De verdad no podía definir aquello.
Entré en la cápsula, tomé un morral de primeros auxilios y lo colgué en mi espalda, seguí la senda dejada por mi cápsula al caer al suelo. Aquella isla me parecía muy desconocida, era como una isla virgen. A medida que avanzaba, los árboles se volvían más grandes y el bosque de palmeras se convertía en selva. En mis tiempos, ya el planeta Tierra no tenía más islas secretas, todo estaba descubierto.
Entonces, llegué hasta la nave siniestrada, la escena que ví era aterradora, era sádica.