Mustafa observó a los señores Aksoy, sintió gran placer verlos de rodillas ante él y ante todos los invitados. Ellos se humillaron para que no los botara a la calle y eso por dentro alimentaba su sed de venganza, pero no era suficiente, faltaba algo más. Un simple perdón no arregla las cosas. Sin despegar miradas con ellos les dijo. - Hay una condición para que puedan quedarse. - Dinos cuál. - habló desesperada Defne. Mustafa sonrió, aprovechaba la avaricia de la mujer para hundirla. - Desde hoy me sirven a mí. - dijo sin rodeos. - desde hoy serán los nuevos sirvientes de la mansión. - No puedes hacernos eso, Mustafa. - la voz de Hamza se escuchó molesta. Él es el señor Aksoy, cabecilla de la mansión, no podía rebajarse a tanto. - Haz que ellas te sirvan, pero yo y mi hijo no. M