Mustafa no sabía cómo reaccionar a lo que veían sus ojos, no sabía que crédito dar al respecto, a quien acudir por una explicación, que era lo que más necesitaba en ese momento. Constatino estaba frente a él como su nada, sonriente y burlándose de él por la mirada de asombro y miedo que Mustafa tenía. - Cómo es posible. - preguntó, se soltó de Zaynep y se acercó a él estupefacto. - te lloré por mucho tiempo, te pedí perdón y misericordia. La culpa me consumía, me estaba matando al creer que por mi culpa estabas muerto. - reclamó al mirarlo a los ojos, unos ojos que no decían nada más que burlarse de su condición. - Toma asiento, Mustafa. - respondió muy sereno e indicó una de las sillas vacías. - vamos hablar de lo que sucedió ese día y porque te detesto hasta el punto de querer arre