5. Por fin llegamos

1665 Words
Capitulo 5. Por fin llegamos. Siento mis ojos pesados y mi cuerpo como si estuviera flotando por encima de las nubes, estoy tan cómoda que me quiero quedar un rato mas así, muevo mi cabeza hasta conseguir que mi comodidad llegue al máximo permitido, no tengo idea de donde estoy, pero si es un sueño o quiero despertar nunca. Valentino Estamos en el avión rumbo a la isla donde pasaría mi supuesta Luna de miel, solo que en el lugar de la señorita Natalia esta una desconocida con nombre de súper héroe masculino Robín, aunque no puedo dejar de pensar en lo hermosa que es, no entiendo como sus padres pudieron pensar en un nombre tan masculino con ese rostro, ella está profundamente dormida a mi lado, me percate al subir al avión que esta era su primera vez, así que intente calmarla para que logre aguantar todo el viaje, varias veces la observe y pude notar que su mente estaba en otro lado, y como no, si su novio la había dejado plantada en el altar. Por lo poco que pude averiguar sus padres fallecieron hace algunos años y ella se quedó sola, ahora que lo pienso, al mirarla se ve muy inocente, que habrá pasado para que su novio no se presente en la iglesia, le pedí a una de las azafatas que le coloque un tranquilizante en el agua, lo mejor será que duerma un poco, todavía faltan un par de horas para nuestro destino y no creo que le quede mucho por pensar, si mis conocimientos no fallan luego vendrá la depresión y no quiero que mi ahora esposa baje del avión hecha un mar de llanto, Así que al verla beber el agua me siento más tranquilo. Tomo una revista de economía y comienzo a ojearla, aunque sé que no debería estar mirando estas cosas en mi supuesto viaje de bodas, no tengo muchas opciones. Escucho al piloto avisar que estamos por llegar a nuestro destino, la temperatura tal y como esperaba será de treinta y tres grados, lo que necesitaba ya que en el pais todavía estábamos en época de frio. Intento despertar a Robín moviéndola un poco, pero ella no reacciona, toco el botón de ayuda, probablemente la señorita que nos ha atendido pueda ayudarme con ella, pero no hay forma de despertarla, -- Señorita puedo saber qué tipo de calmante le dio a mi esposa-- le pregunto, fue a ella a quien le pedí le ponga el tranquilizante en el agua, así que necesito saber cuál fue, -- Disculpe señor, pensé que el tranquilizante era para usted-- me responde, no entiendo cómo va a ser para mí, la miro como si no entendiera lo que me dice y ella aclara, -- Lo siento señor, entendí que era usted quien deseaba el tranquilizante en el agua para dormir durante el vuelo, por lo tanto calcule su peso y considere la cantidad de gotas de acuerdo a usted-- me responde, y ahí entiendo por qué mi ahora esposa no se levanta, si consideramos que ella es mucho más pequeña que yo y muy delgada, entonces el efecto será de él doble que sería para mí, así que sin mas no me queda de otra que levantarla en mis brazos y cargar con ella, como todo un marido modelo. -- Mira, me muero. La carga como si fuera una princesa-- -- Debe amarla mucho-- -- Yo quisiera un hombre así-- -- Tómales una foto. Esto no se ve así no más-- comienzo a escuchar miles de murmullos por todo mi camino, la azafata que se encuentra a mi lado me ayuda con mi maletín de mano y el bolso de la señorita Robín, -- Señor Rosso, necesita que pida una silla de ruedas, si coloca a su esposa en una, quizá sea menos-- volteo a mirarla y deja las palabras atragantadas en su boca, ya estaba a donde estaba, había llegado a mitad del aeropuerto con la mujer en mis brazos, estaba siendo observado por la mitad de todos los presentes para que a estas alturas coloque a mi “esposa” en una silla de ruedas toda inconsciente, lo mejor era seguir así y fingir que era el hombre más atento y cariñoso del planeta. Gracias a tener en brazos a mi esposa, no hubo necesidad de pasar por todos los trámites migratorios, la señorita de la aerolínea se encargó de hacerlo por nosotros, y Antonio ya se había encargado también de todo lo demás, camino rápido para salir cuando siento un movimiento leve en el cuerpo de la señorita Robín, así que al fin la bella durmiente piensa despertar, bajo un poco mi cabeza para poder mirarla mejor y me encuentro muy cerca de ella, puedo ver sus hermosos labios que antes estaban fruncidos ahora estaban casi relajados y al parecer estaban en algo que parecía una sonrisa, pero me pareció porque ella no abre los ojos para nada, de pronto su cabeza se mueve una milésima para acomodarse en mi cuello y su nariz se levanta un poco colocándose muy cerca de mí, su respiración esta tan cerca de mi oído que logra conseguir que mi piel comience a reaccionar, acaso la droga de anoche no fue extinguida de mi cuerpo gracias a esa extraña mujer, como es posible que ahora mi cuerpo comience a reaccionar frente al acercamiento con la señorita Robín, debo estar teniendo los últimos efectos de la misma, bajo la mirada y esta vez quedo hipnotizado por sus labios, quisiera besarlos, morderlos, abrirlos y descubrir el placer que pueda estar esperando por mi adentro de ellos, --Señor su auto lo está esperando-- una voz me regresa a la realidad, levanto la mirada y me encuentro con un pequeño letrero con mi nombre, al parecer este es el vehículo que nos llevaba al hotel, agradezco a la azafata por las molestias y subo al auto con mi esposa en brazos, el conductor se encarga de acomodar el poco equipaje que traemos, y hablando de equipaje ahora recuerdo que mi esposa no tiene nada de ropa, espero que Antonio se haya encargado de eso. En el auto pude observar y aprovecharme un poco de mi “querida esposa” ella no dejaba de hacer pequeños movimientos cerca de mi oído que me tenían loco, mi hombría estaba tan despierta y elevada como el asta de una bandera al amanecer, así que haciendo uso de toda mi experiencia pude conocer un poco más el cuerpo de esta pequeña hada, el vestido le quedaba un poco ancho y no dejaba ver realmente el maravilloso cuerpo que debía tener, pero por lo que mis manos podían ir tocando todo era maravilloso, sus piernas eran tan suaves y delgadas, quise subir un poco por su entrepierna, quizá si le producía un poco de placer lograba que se despierte, así que comencé a explorar debajo de su prenda íntima, la cual era muy pequeña tal y como me gustaban, cerré los ojos y me la imagine en mis mente, lo suficiente para que mi amigo haya abajo recibiera el mensaje, con el peso de ella sobre el mío y mis manos debajo de su tanga me di cuenta por su rostro que gozaba de lo que estaba recibiendo, por suerte el auto era bastante grande y tenía una luna que dividía nuestra cabina de la del conductor, el oírla gemir en susurros me recordó la noche anterior, no puede aguantar más y entre los gemidos de ella, los recuerdos casi vagos de la noche anterior, algunos baches en el tramo que hacían que me pantalón presione más mi m*****o con el pequeño cuerpo de mi esposa y mi mano recorriendo de arriba abajo el clítoris agrandado y palpitante de Robín no soporte más y al sentir como ella se vino en mi mano logre explotar de pasión en mis bóxer, mi cuerpo completo daba espasmos junto al de ella, junto al automóvil con el camino de trocha que nos avisaba que pronto llegaríamos a nuestro destino. Al llegar al hotel y ver que llevaba a mi esposa aun dormida en brazos, los tramites de check in fueron evitados, haciéndonos pasar directamente a la suite nupcial reservada por Antonio para nosotros, o mejor dicho para los esposos Rosso, al ingresar llego a la habitación y dejo a la señorita, debo comenzar a llamarla Robín, o mejor aún, debo colocarle un apodo cariñoso, si quiero que el abuelo y todo el mundo crea mu gran mentira debo comenzar por creérmela yo mismo. Así que desde ahora dejare de decirle señorita Robín, a partir de ahora la llamare, pensé un momento que apodo podría ir con ella, voltee a mirarla y parecía un hada durmiendo, podría ser como la bella durmiente, sería fácil para mi decirle bella, pero ese no sería un apodo, quizá cariño, aunque es uno muy usado, pequeña podría ser, porque ella lo es, pero no me convence mucho, sigo pensando en algo cuando ingreso al cuarto de baño, debo quitarme estos pantalones antes que se queden pegados a mi cuerpo. Salgo del baño con una toalla envuelta en mi cintura y al ver a mi esposa al borde de la cama casi a punto de caer, corro hacia ella en el momento que ella se mueve e intenta hacer algo que lo único que consigue es lograr que su cuerpo pierda estabilidad y comience a caer, pero yo llego a tiempo para sostenerla, logrando que caiga sobre mí y no sobre el suelo frio. Todo lo que acaba de pasar consiguió que mi corazón dejara de latir por unos segundos para luego comenzar a hacerlo de forma descontrolada, y cuando logro tranquilizarme y sentir que todo estaba bien, me doy cuenta que había perdido la toalla en el camino, pero al menos había logrado encontrar el apodo con el que la llamaría de ahora en adelante. “Corazón”, así llamaría a mi esposa cuando alguien este cerca.
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