Dentro del restaurante de kroncegh una mujer joven leía los titulares de la prensa.
“Se espera que la esposa de Eduardo Spencer llegue hoy a la residencia Spencer”
“Se cree que es una mujer fea y de familia humilde”
“Mariza Spencer declaró que sólo se trata de una instancia corta y que al finalizar su hijo será soltero. Por ello, ha llamado a las mujeres más bellas y dinerada de toda kroncegh”
Olivia dejó escapar una ligera sonrisa burlándose por completo de las barbaridades que leía.
- Qué familia tan horrible. – dijo en susurros y continuó comiendo del pastelillo de canela.
Su delicado rostro se encontraba cansado al igual que los ojos verdes cálidos. Llevaba una blusa blanca que acompañaba con una chamarra de cuero de color n***o y pantalón jean ajustados. El cabello castaño lo mantenía suelto que pequeños risos sobresalían en la parte de enfrente. Era realmente hermosa a pesar de estar cansada.
“Señorita Olivia, su equipaje ya fue trasladado a la propiedad Spencer”
Olivia apretó los labios tras leer el mensaje y lo que vino después fue la ubicación de la residencia que le fue imposible no topar el anillo de matrimonio. Dio un leve suspiro y se apresuró a disfrutar de los pastelillos.
Hace tres años se casó con el hijo de la familia Spencer, una familia adinerada y de prestigio de kroncegh. No conoce a su esposo, ni él a ella. Fue un papel que firmaron sin la necesidad de verse. El matrimonio duraría tres años y para pedir el divorcio ellos tenían que convivir juntos por dos meses. En eso tiempo ellos deciden si alargan su matrimonio o se separan.
Olivia miró la hora y decidió marcharse del restaurante, llevando con ella los pastelillos de canela. Fue por el auto, un Chevrolet Spark GT, era pequeño y de color azul.
Lo prendió y al tratar de retroceder para abrirse camino la chocaron en la parte de atrás. El postre que tenía cayó en la ropa y manchó la blusa. Olivia bajó de inmediato a ver lo ocurrido.
Observó su carro impactado por un elegante Voiture Noire de color n***o.
- ¡¿Por qué no te fijas?! – acusó al conductor.
Del aquél carro bajó un joven de al menos 26 años quien también estaba molesto que no tuvo reparo en demostrárselo. Su rostro oscurecido y cara de pocos amigos, más unos ojos azules oscuros llegaron penetrar la mirada de Olivia, sin embargo, ella no demostró miedo, lo miró con frialdad.
Él observó que la blusa de Olivia estaba manchada de algún dulce, entonces dedujo que ella comía y manejaba al mismo tiempo, “Que irresponsabilidad”
- Tienes que pagar los gastos. ¿A caso no viste que yo iba a salir? ¿Estás realmente ciega? - espectó con dureza.
Olivia tiró un par de carcajadas por los aires. Ella no era una mujer que aguantaba tanta mierda encima y menos de ese hombre que se cree superior a ella.
- Veo muy bien y ahora mismo estoy viendo a un idiota que no es capaz de admitir su error.
Él endureció aún más el rostro, la cólera lo invadió por completo hasta el punto de sentir la úlcera por estallar, pero por un momento los hermosos ojos de Olivia lo impactaron que obligaron a llevar al pasado. Pero eso era imposible, ella ya no estaba, la chica que buscaba desapareció.
Tragó el enojo para no hacer nada estúpido ante aquella irrespetuosa muchacha que no sabe de modales. Tenía prisa y ahí sólo perdía el tiempo.
- Te dejaré pasar esto esta vez, pero si llego a verte de nuevo vas a lamentarlo. – amenazó con sus manos vueltas en puños.
- ¿Crees que te tengo miedo?
Olivia volvió sonreír e hizo algo para enfurecerlo más y darle en el ego. Sacó dinero de la bolsa, se acercó a él y colocó aquel dinero en el bolsillo de la camisa del joven. Dio unas cuantas palmadas en el pecho y agregó.
- Cubre los gastos del carro. Esto será suficiente.
Regresó al auto para después conducirlo dejando al joven con la palabra en la boca.
Él no sabía que cara poner. Si antes estaba molesto ahora la rabia había aumentado como la cólera en su sistema. La insolente se atrevió a tocarlo y a darle dinero como si él lo necesitara. Detuvo la mirada en el vehículo de Olivia y memorizó las placas. Iba a dar con ella, tenía el presentimiento que iba a verla de nuevo.
- ¿Sucede algo, Eduardo? – preguntó Daniel Gilbert, su mejor amigo tras salir del restaurante y ver lo sucedido.
Eduardo es un joven CEO de mucho atractivo que está a nivel de los otros o superior a ellos. Astuto, inteligente y hasta frío que obliga a temer si se cruzan en su camino. Maneja las empresas de la familia Spencer dedicadas a las inversiones y arquitectura. Pasa muy poco en kroncegh, ya que se mantiene viajando por negocios. A veces sus viajes duran hasta seis meses o el año completo.
- Nada que no pueda solucionar después. – respondió cortante mientras volvía al coche. – iré a la mansión, te veo en la empresa.
- ¿A la mansión? ¿No vas a recoger a tu esposa?
- Ya se le envió la dirección, conoce el camino. Yo iré a descansar. Lo que menos quiero son alteraciones.