Olivia es reconocida en Bondhe, Huntelg y en todo el país como Liv. Se desempeña como una de las doctoras más jóvenes y se encuentra en la lista lista de los primeros empresarios exitosos, eso gracias a los títulos que tiene.
Si aceptó casarse de joven con Eduardo, fue por una cláusula vieja que tenía su abuela con el abuelo Spencer. Olivia no cree en el amor, ella ama hacer otras cosas.
Además, como eran tres años y no se iban a ver más que cuando esté por finalizar iba hacer cosa sencilla. Aunque si tenía algo de curiosidad de por qué ambos mayores dejaron esa clausura.
Oliva anunció que iba a estar fuera por dos meses, la razón de su retirada no la dijo. Pero varios de ahí sospechaban que se trataba de su matrimonio y divorcio.
Nadie conocía al esposo, era un mito.
“Escuché que su esposo es paralítico”
“he oído que el esposo de la señorita Liv es una persona de aspecto desfigurado”
“A callar, yo escuché que es rico y modesto”
“¿Por qué se casaría si ella lo tiene todo?”
“¿Sabrá que la señorita Liv es peligrosa y por eso se van a divorciar”?
Mientras los doctores y socios especulaban, Olivia invitó a todos a bailar. Ella pagaba todo que llegó a sorprenderlos.
“¡Liv nos invita a bailar!”
“¿Liv está feliz por divorciarse?”
“¿Su esposo realmente será feo?”
Para ser honesta, Olivia sólo quería divertirse en su último día antes de volver a la mansión Spencer. Aguantar a tantos locos era para psiquiatras, no para ella.
- ¿Dos meses en casa de tu esposo? – preguntó Mary al mismo tiempo que levantaba una ceja.
Olivia levantó el trago, lo bebió y respondió.
- Sí, es parte del acuerdo del divorcio. Mi dulce abuela lo propuso.
El sabor del elixir era fuerte que apenas Olivia podía creer que estaba bebiendo, esa era su primera botella en toda su vida.
- Pensé que era un mito lo de estar casada. – dijo Octavio, uno de sus colegas y mejor amigo.
- Lo estoy, pero pronto dejaré de estarlo. – respondió con simpatía.
Octavio tenía un apego a Olivia, la quería más que un amigo que la soñaba entre sus brazos. Saber que estaba casada, no era una idea que le gustaba, pero que el divorcio estaba en camino alegraba su corazón.
- Salud, entonces.
Olivia brindó con él gustosa, a continuación tomó la mano de Octavio y lo llevó a la pista de baile, quería bailar y divertirse antes de volver a la aburrida mansión.
Mientras se desenvolvía con los ritmos de la música y las luces arropaban a
Olivia, Octavio se sintió atraído a ella, el espíritu libre y un poco salvaje de Liv hacía que se enloqueciera que intentó besarla.
- Espera, no. – Olivia retrocedió. No sentía nada por Octavio y, además, respetaba su matrimonio, aunque no le encantara la idea.
- Liv, sabes que te he amado desde un principio, yo. – Octavio tomó su mano y acercó al pecho para intentar besarla.
Oliva trató de sacárselo de encima para hacerle saber quien era, pero por alguna extraña razón todo se volvió nubloso y la música empezó a disminuirse para ella.
- ¿Qué me hiciste, Octavio? – su corazón latía al sentirse traicionada.
Él sólo sonrió con malicia. Aunque Olivia tratara de gritar, nadie iba a sospechar, ellos se llevaban muy bien.
Una mano tomó su cintura y luego la separó hasta caer en el pecho de alguien.
Después golpearon a Octavio en la cara hasta que este cayó al suelo.
- ¡He visto lo que le hiciste a mi esposa! – gritó Eduardo y la música dejó de sonar.
Su mirada estaba oscurecida y los ojos lo fulminaban. Eduardo asistió a aquel lugar para distraer su mente, fue una opción de Daniel. Vio a Olivia beber con aquel tipo en la barra acompañada de una joven, pero en cuanto vio que drogaron el trago de Olivia llegó a enfurecerse.
Todos ahí conocían al apuesto CEO, uno de los más codiciados en todo kroncegh y el país. En cuanto dijo que era esposo de Olivia Harper, la sorpresa se hizo grande y más cuando vieron las intenciones de Octavio con Liv.
Eduardo caminó hasta tomar el vaso y entregó a uno de sus hombres.
- Examínenlo y cuando tengan los resultados encierran a este hombre. – ordenó.
Luego se acercó a Daniel quien sostenía a Olivia y la llevó en brazos hasta salir del bar, para luego tomar el carro.
La cara de todos ellos era de sorpresa y más sorpresa.
“¿Dijo qué era su esposo?”
“¿Por qué Liv quiere divorciarse de Eduardo si es todo un papasito?”
“¿Y por qué Octavio hizo eso sabiendo que Liv puede destruirlo?”
“¿Sabrá Eduardo Spencer que Liv es una mujer rica?”