“Tranquilo, la tormenta pronto va a pasar. Tus padres están en camino” – fue la voz calmante de su salvadora que no dejaba de acariciar los cabellos al final de la montaña del campamento donde él había escalado y resbalado. Estaba inconsciente que poco recuerda de ese día, pero estaba seguro que era Zoé, aun tenía aquel espantoso sombrero sobre la cabeza.
Al tiempo que los estruendos pararon, Eduardo volvió a su realidad. Despacio empezó a separarse de aquel abrazo. Miró a Olivia a los ojos, ella también lo miraba confundida como él, que en sus mejillas se notaba una ligera capa rojiza.
- Creo que ese fue el último. – dijo Eduardo.
- También lo creo.
Olivia giró y empezó a salir a pasos apresurados. Eduardo sólo pudo verla marcharse. Miró la taza de café y decidió beber. Por alguna
