Jensen se levantó del sofá, echando a Adam lejos de ella de un empujón brusco. Dio vueltas por la mediana sala de relajación, sintiendo su respiración temblorosa salir de sus pulmones. —Quédate a dormir aquí, Adam —pidió Jensen. El joven se levantó del mueble con un movimiento rápido. —Espera, ¿por qué te vas? —preguntó—. ¿Fue por lo de ahora? Perdón, no volveré a tocarte. —¡Basta! —gritó Jensen. La sala cayó en un silencio abrupto. Los dos se observaron con intensidad. El estómago de Jensen se compungió y las ganas de vomitar la empezaron a torturar. Apretó con fuerza sus puños e inspiró hondo para poder calmarse. —Todo esto está mal —dijo Jensen de repente. —Lo sé, perdón, me sobrepasé y… —trató de hablar Adam. —Todo lo que estamos haciendo está mal, Adam —aclaró Jens