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The Rhythm Of The Night

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intro-logo
Blurb

Luego de la muerte de su padre, Zack decide ir a vivir al campo, en el pueblo mas próximo. Decidido en encerrarse en su pasión, el arte.

Cuando sus pinturas e aerosoles se le acaban decide irse a la librería mas cercana, donde no tarda en atraer le el vendedor de aquella tienda.

Laurence (Laurie) Parrish, quién esconde un oscuro y misterioso secreto, trabaja de medio tiempo en la librería, lo suficiente para mantener a su hijo de cinco años, quién pasa su vida en las montañas. Laurie no le niega al moreno la atracción por él, pero no era fanático de las relaciones serias y no creía el amor.

Pero el mismo se ve en problemas cuando los sentimientos se hicieron mas fuertes que aquella atracción, atrapado en contar le a Zack su secreto.

Entonces Zack se pregunta si sus sentimientos por Laurie serían suficientes para seguir su ritmo de vida, el ritmo de la noche.

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Prólogo
—¡Mira mamá! ¡Mira!—gritaba el niño de cinco años, corriendo hacía su madre quién se encontraba en la mecedora tejiendo para su nueva hermanita, quién no tardaría en llegar. La mujer soltó un chillido, al ver la pequeña serpiente color marrón verdoso enrollada en el brazo derecho de su niño, quién tenía las mejillas sucias de tierra, tanto como sus brazos y rodillas. —¡Dios, Laurie! Suelta eso—salto la mujer, nerviosa acercándose a él. El aludido frunció el ceño y antes de que su mamá llegué hacía él, soltó rápidamente aquel animal, tirándolo hacía los pastizales, que se encontraban frente de su casa. La serpiente no tardó en deslizarse entre los pastizales. Laurie frunció el ceño, enojado—Solo estaba jugando. Lucy suspiró—Lo sé, pero, ¿no puedes jugar con un pajarito o un, yo que sé, un animal que no te lastime?. Laurie rodó los ojos—Esos animales no son divertidos. Su madre sonrío, acercándose a él y limpiándole las mejillas llenas de tierra. Plantó un beso en la frente de su niño, mirándolo. —¿Un animal divertido como él...gato del vecino?—sugirió el niño de repente. Lucy negó sonriendo—Creo que los gatos no son tus mejores amigos, eh. —Los odio, pero eso no implica que no pueda divertirme un rato con ellos, ¿no mami?—sonreía Laurie, mostrando la hilera de sus dientes blancos. —Sabes que no quiero problemas con los vecinos y tu padre menos—decía ella, arreglando el cabellos disparatado de sus hijos. Laurie rodó los ojos—Pero estoy aburrido, no hay nada que quiera hacer. —Pronto empezarás la primaria y harás amigos—sugería su madre. El niño negó—Nadie quiere ser amigo de un hombre lobo, igual que en el jardín. —Pero ellos serán otros niños y niñas, no sabrán lo que eres Laurie, no tienen porque hacerlo. Solo las personas que amas y especiales para ti tienen que saberlo—sonreía Lucy. Laurie sonrío, de oreja a oreja—Gracias mami, te amo—agradecía él, abrazándola. Lucy sonrío, correspondió—Y yo a ti Laurie, y yo a ti. *** El primer días de clases de primer grado de Laurie no había sido lo que esperaba, sus compañeros lo miraban mal y el llego a pensar que sus orejas y cola estaban a la luz, mas no era cierto, así que no sabía que había de malo en él. Cuando llegó al salón de clases, un chico de cabello castaño oscuro y ojos azules, se paró frente a él, impidiéndole el paso. El niño lo olfateo, mirándolo fijamente. Laurie quedo estático, asustado, dispuesto a salir corriendo hacía su casa, sin importar de que manera. Pero de repente, el niño sonrío, divertido. —Hueles a perro, soy Lewis—fue lo primero que había dicho el niño, presentándose. Laurie se sorprendió—¿A perro?. Lewis volvió a sonreír—Tu entiendes, ¿cómo te llamas?. —Laurie—había murmurado el ojimiel, aún sorprendido. Desde ese día Laurie supo que Lewis era igual que él, un lobo. Por fin tenía un amigo, un amigo de verdad, no una serpiente o una rata que encontrará por ahí, un amigo, alguien igual a él. Desde ese día, Laurie ya no recorría las montañas solo, Lewis lo acompañaba. *** Con los hombre lobo era diferente, seguían siendo cachorros hasta los trece años y se convertían en lobos adolescente hasta los veinte años. Cuando tenía 10 años, una chica nueva entro a su clase. Laurie jamas había sentido esa sensación cuando la vio, como su pecho se hinchaba y se relajaba en un profundo suspiro, que le quito el aliento, cuando ella sintió su mirada y lo busco. El niño rápidamente se sonrojó, bajando su mirada hacía su cuaderno, esta acción no pasando por desapercibido por Lewis, quién no dejo de molestarlo por el resto de ese día diciendo, "Laurie y Madison, un solo corazón". Le tomo un año a Laurie hablar de verdad con Madison, por su cuenta, sin el intermediario de nadie. Y eso solo había hecho que se enamorará mas de ella, por su forma de hablar, de ser, su risa y aquella sonrisa, que transportaba al castaño a otro mundo. Luego, gracias a Lewis y una amiga de Madison, organizaron una cita a ciegas para los enamorados, cuando ambos tenían 13 años y eran amigos, debido a que ninguno se animaba a declararse, por miedo al rechazo. Madison fue la segunda persona en la cuál Laurie le confió su secreto. En una noche de luna llena, Laurie le pidió que cerrará los ojos y bajo esa luna, el castaño se convirtió en lo peor de él. La chica se sorprendió, mas solo acarició al animal que tenía frente a sus ojos, dejando un beso en el hocico de este. Laurie la contempló, tranquilizándose cuando Madison le sonrío segura. Ella se había enamorado de Laurie por quién era, sin importar nada. *** Laurie y Madison llevaban tres años de novios cuando decidieron tener relaciones. Esa noche Laurie no se sentía del todo bien, temblaba, sentía que se iba a desmayar en cualquier momento en los brazos de su amada. Madison conocía las consecuencias del acto que ambos iban a cometer. —Maddie, yo... —No te asustes, usaremos protección pero... no tenemos que hacerlo si no quieres, solo quiero que sepas que te amo y no le temo a las consecuencias, porque tu estas conmigo, como yo siempre lo estaré contigo—había confesado la chica de 16 años, mirándolo a los ojos. Laurie le sonrío seguro—Yo también te amo, mas de lo que podría permitirme. Ella le devolvió la sonrisa, besándolo. Esa noche ella se entrego a él, segura de sí misma, si una pizca de arrepentimiento. Esa noche Laurie la amó, con su corazón, alma y cuerpo. *** Laurie fue testigo de la vida que crecía en el vientre de Maddie. El mismo le había sugerido la idea de deshacerse de esa pequeña vida, pero la chica se había negado rotundamente ante Laurie y sus padres. Los padres de Maddie, no tardaron en prohibirle que siga viendo a ese chico, pero ella no aceptaba eso como una opción y con la única persona que la ayudaba en ese momento, sus abuelos, consiguió un departamento donde esperar el nacimiento de aquella vida. El papá de Laurie, Jeremy, no tardo en desterrar la. Mientras que Lucy, había decidido ayudarla, en todo, ya que ella había pasado por lo mismo que pasaría Maddie. No iban a ser nueve meses, si no seis. Ya que no era un bebe normal el que crecía dentro de su vientre, si no un hombre lobo. Por mas que los dolores eran multiplicados por diez, por mas que ella vomitara seguido, ella no dejaría a su bebe, por mas que su bebe tenga que dejarla a ella. *** Luego de un día de entrenamiento en las montañas con Lewis, ya que al ser los dos adolescentes, debían entrenar duro para convertirse en adultos. Laurie llego a su casa, lleno de tierra, con un siervo muerto entre sus brazos, para la cena de esa noche. Y aún que hayan pasado los años Laurie no sabría definir que fue lo que sintió en ese momento, o que cosa fue que lo mantuvo alerta y tenía que ir rápidamente a su encuentro con Maddie —En verdad, te felicito hijo aún que te falta entrenamiento pero... Laurie rápidamente se levanto del sillón del despacho de su padre—Debo irme, Maddie... —¿Qué?—saltó Jeremy, quién no tardo en ponerse furioso al escuchar el nombre de la chica. —Lo siento papá, debo irme. Tengo un mal presentimiento sobre ella, algo le esta pasando, me voy—explicó el chico acercándose a la puerta. —¡Tu no te vas de esta casa, Laurie! Ella no es tu prioridad, nunca lo ha sido, tu prioridad es seguir tu entrenamiento, para prepararte para... —No quiero ser un lobo, ya no, quiero estar con ella, quiero protegerla, quiero formar con ella mi familia. Ella siempre ha sido mi prioridad, papá—gruñó Laurie interrumpiéndolo. —¿Cómo puedes decir eso? Tienes 17 años, eres un niño todavía, estas quemando etapas, la familia no es tu prioridad ahora, eso no te define aún, tienes que convertirte en un hombre—subía el tono de voz su padre. Laurie lo miró furioso, observó como su padre se acercaba a él. El castaño trataba de tranquilizarse, pero ese mal presentimiento seguía creciendo en él. —Si ella es lo suficiente madura, podrá criar a ese error que cometiste—escupió Jeremy. Laurie apretó sus puños furioso—Cállate. —Corta esto por lo sano, ella no te merece, madura antes, luego si quieres ve con esa zorra—fue lo último que dijo Jeremy. —¡He dicho que te calles!—había gritado Laurie, abalanzándose sobre su padre. Jeremy soltó un grito, cuando sintió como Laurie lo rasguñaba, desde la frente hasta la mejilla. Lucy no tardó en entrar, asustado. Miró a su esposo, quién estaba en el piso arrodillado, tapando con sus manos su rostro. Luego a su hijo quién estaba de espalda, vio su cola, sus orejas y vio como en su mano derecha salían sus garras con gotas de sangre. Laurie trató de tranquilizarse, volviendo a convertirse en humano y sin mirar a su padre salió del despacho. *** Para cuando Laurie llegó ya era tarde, cuando vio la desesperación y tristeza en el rostro de la amiga de Maddie, quién sostenía al pequeño bebe en sus brazos, que lloraba, lo supo. Corrió hacía la habitación y la encontró, muerta sobre la sangre, bajo una gran mancha de sangre. Se acercó a aquél cuerpo, abrazándola, gritando y llorando sobre el pecho de Maddie. Madison había tenido un parto natura, por decisión propia, tenía miedo que los doctores encontraban algo raro en su bebé (ya sea por su anormal y rápido crecimiento), por eso había decidido tener a su bebe en aquel apartamento. Lewis no tardo en llegar, tratando de calmar al ojimiel, que suelte el cuerpo muerto de Maddie. Y el bebe no paraba de llorar, hasta que Laurie giró hacía él, y el mismo Lewis sintió miedo hacía su amigo. Pero el ojimiel cogió a su hijo en brazos, quién de a poco paro de llorar, durmiéndose contra el corazón roto de Laurie. *** Los padres de Maddie no le permitieron a Laurie asistir en el funeral, por mas que sabían la razón de la muerte de su hija. Entonces el castaño la observó aquél funeral, a lo lejos, escondido entre los árboles, como un lobo, con un pequeño cachorro de lobo, quién dormía plácidamente entre sus patas delanteras.

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