17 de diciembre de 2002 Emma frunció el ceño cuando unos ojos marrones la miraron con diversión. Quería golpearlo en la cara. —¿A qué has venido? —preguntó, con voz irritada. Fritz se apoyó en el marco de la puerta y le sonrió con descaro. Eso aumentó sus ganas de golpearlo. —¿Qué me dirías si te pido que vayas a visitar a Luke? Emma sintió un nudo en el estómago. La simple mención de su nombre le hacía recordar todo lo que había pasado entre ellos. Todo lo que había perdido. —Vete al infierno —respondió, cortante. Fritz clavó el pie en el suelo, entre el marco y la puerta, cuando se dispuso a cerrarle la puerta en la cara. No parecía dispuesto a darse por vencido. En cambio, metió la cabeza por el hueco y la obligó a abrir más la puerta con su enorme cuerpo. —Venga, Em —le volvi