Cuando le dije a mi madre todo esto, cuando le expliqué cómo tenía que conseguir un trabajo para ayudar a mi padre y cómo había sido destruido por lo que ella había hecho, me dijo que era bueno para nosotros para experimentar un poco de dolor y trabajo duro para variar. Eso fue todo. Eso fue el colmo. Ese fue el día en que decidí no hablar con ella de nuevo.
- Emma Williams.
Escuché mi nombre y levante la vista. Todo el mundo estaba mirando y me di cuenta de que mi nombre había sido llamado más de una vez. Me sonrojé y reí nerviosamente mientras me abría camino hasta el escenario. Me reí para mis adentros mientras yo casi esperaba que el locutor llamara a Em, mis amigos me llamaban así. Nadie me llamaba por mi nombre real, casi nunca.
Tomé mi diploma y me volví para mirar a mi padre. Estaba sentado allí. Sentado allí, no tomando fotografías, no aplaudiendo, sin sonreír, solo viendo estoicamente. Fruncí el ceño y me abrí camino hasta el final de la plataforma y fui levantada por brazos calientes. Familiares brazos calientes.
- Felicidades - susurró en mi pelo
- Daniel. No lo hagas.
- Em, vamos. - Él me bajó, pero no me dejó ir mientras me miraba suplicante. - Nos graduamos. Vamos a celebrar. ¿No puedes dejar ir el pasado, solo por hoy?
Miré hacia arriba y el pelo rubio. Los claros mechones cortos que a cualquier chica le encantaría pasar sus dedos a través. Su piel bronceada y sus ojos azules con sus delgados brazos de Football de viernes por la noche, que siempre me sujetaban como si le importara. Oh, cuánto lo echaba de menos, pero él fue el que me dejó.
- Ciertamente sabes cómo dejar ir las cosas. - Repliqué
- Ah, Emma - Él suspiró exasperadamente, como si no estuviera siendo razonable y me hizo rabiar aún más.- Mira. Eso fue casi un año atrás. Y tú sabes que yo no hubiera roto contigo si me hubieras dicho lo que estaba pasando con tu madre y todo eso.
- Oh. Eso me hace sentir mucho mejor. - Dije, y deje escurrir el sarcasmo.
- Sabes lo que quiero decir. Hemos tenido esta charla, y mucho. Me voy, ambos lo sabíamos cuando empezamos a salir juntos. Creí que habíamos acordado que sería más fácil si nos calmamos un poco y sólo éramos amigos el último año de escuela. Yo no salí con nadie más, ya lo sabes. No fue porque yo no te quisiera.
Era cierto. Él no había estado en una cita en este año escolar que yo supiera. Él y sus amigos, incluso hicieron un pacto para ir al baile juntos como un grupo. Había un montón de chicas furiosas por ese pacto que parecía que casi tuvo éxito y el equipo de fútbol entero era soltero.
- Ya lo sé. Pero no has hablado conmigo durante todo el año. - Dije en voz baja.
- Emma. No me devuelves las llamadas telefónicas. Me evitas en el almuerzo y luego comenzaste a trabajar después de la escuela. ¿Qué otra cosa podía hacer?
Él tenía razón. La única vez que hablé con él fue para gritarle un mes después de que él rompió conmigo y se fue mi madre. Coincidentemente, fue tres días después de que ella nos había dejado que él decidió tomar la decisión por nosotros dos. La decisión de la que habíamos hablado, pero no llegado a una conclusión. Le dije que apestaba por decidir que en ese momento era el momento de dejarme. Dijo que lo sentía, que estaba allí para mí. Trató de retractarse, incluso trató de besarme y abrazarme, pero yo no quería saber nada de él.
Yo lo echaba de menos. Era un buen tipo, pero su ritmo era terrible y yo estaba enfadada con él por eso. Yo estaba enojada porque él todavía quería dejarme aquí y seguir adelante con sus planes. Todo el mundo me ha dejado. Traté de llamar a una apariencia de calma.
- Tienes razón, - admití - Yo sólo te necesitaba y quería que quisieras estar allí, pero no que volvieras porque te lo suplicase.
- No me suplicaste, niña tonta. - Canturreó él y me llevó más cerca de otro abrazo. Habló en mi pelo. - Lo siento mucho, Em. Pensé que estaba haciendo las cosas más fáciles para ti, para nosotros dos por tratar de ser amigos en su lugar. Yo sabía lo difícil que iba a ser dejarte. Mírame. - Esperó a que mirara hacia arriba, lo cual hice con un suspiro. - Lo último que quería era hacerte daño. Te he echado de menos.
- Daniel, todavía estás partiendo. No, está bien. Lo siento por cómo me comporté, pero eso no cambia nada ¿verdad? Todavía estás partiendo. Universidad de Florida, fútbol.
- Lo sé. Odio que este año se perdiera de esta manera. Lo siento.
- Yo también lo siento. - Me salí de su abrazo y hombre, fue doloroso. - Me tengo que ir.
- Por favor, escríbeme. O llámame. Mándame un mensaje de texto. Algo. Te echo de menos. Nunca quise que dejáramos de hablar el uno al otro otra vez. Quiero saber cómo estás.
- Lo haré. Te lo prometo. Felicidades por la beca. Siempre supe que lo conseguirías.
- Gracias, Em. Todavía te quiero, ya sabes, - susurró y me besó la mejilla, tan cerca de mis labios y yo luché por mantener la compostura. Luego se fue.
Me volví a mirarlo una vez más y estaba caminando hacia atrás, mirándome. Su vestido de graduación n***o aleteando a sus costados y su diploma en la mano. Saludó con tristeza y luego despegó hacia su camioneta. Si es posible, me sentía peor de lo que ya estaba.