Aurora caminó del brazo de Norman Zackler, mientras lo hacía ella también despertaba su imaginación, en su fantasía era feliz, del brazo de su padre Calister, su vestido era hermoso y esponjado, el sol se colaba por los ventanales de la iglesia, iluminando, ahí al pie del altar estaba él, era Rhys, no podía, aunque deseará imaginarlo más allá de los catorce años. La voz de Norman la sacó del trance
—Vamos, niña, toma lugar al lado del novio —volver a la realidad era difícil, pero Aurora se colocó de lado izquierdo.
Era inútil que Emil fingiera, no podía ocultar su entusiasmo, su rostro estaba plácido. El sacerdote ofició la misa, Aurora estuvo atenta, pero sus pensamientos seguían divagando entre el deber, y sus ganas de correr de ese lugar. Para Emil la ceremonia era tediosa y larga. P
