Lo observo y él parece disculparse con la mirada. —Al menos yo no voy por la vida intentando quitarme la vida por un hombre —dice Serena—. No estoy tan loca… Me levanto de la silla y sonrío. Ella retrocede, expectante. —¿Tienes algo más que decir? —le pregunto. —Aléjate de Alessandro —gruñe ella entre dientes. —Anda, tómalo, está justo detrás de ti, yo no lo quiero —comento y doy otro paso adelante, pero ella retrocede dos—. A mí déjame en paz. —Acomodo el anillo en la mano y después con rapidez le estampo un puñetazo en la cara. Ella cae de espaldas al suelo y grita mientras se retuerce del dolor. —¡Mi cara, mi cara! —grita y lleva las manos a su rostro y vuelve a gritar mientras observa la sangre en sus dedos—. ¡No, mi cara, mi cara! Sacudo mi mano y después le quito al a