El mesero se acerca a nosotros medio distraído con lo que sucede a mesas vecinas. Nos sirve torpemente los wafles con helado, casi no puede coordinar sus ideas. Gael también observa a lo lejos cómo un dependiente intenta controlar a la rubia, pero ella empieza a gritar y se levanta. —¿Por qué pelearán? —pregunta Gael al mesero. —No lo sé —comenta el joven—, aunque… —agrega ya con tono de cotilleo— ahorita ella le gritó que se iba a ir con la otra. —¿De verdad? —inquiere Gael asombrado—. ¿Será que él le es infiel? —No lo creo, hace poco corría el rumor de que el señor Bacheli era homosexual. —No te lo creo… —exclama Gael asombrado. Juego con una cuchara con el helado, aburridísima de todo lo que está pasando. Quiero irme a casa, tengo un mal presentimiento de todo esto. —¡Ento