Gloria se levanta con tristeza. —Sí, señora —contesta y se marcha. Tomo las carpetas y mi bolso, salgo de la oficina y me encuentro a Gael esperando sentado en un mueble en la sala de espera. —¡Oh, mi querida empresaria tiburona! —saluda, levantándose con alegría y abriendo los brazos—. Nunca había llegado a tu empresa, qué impresionante es todo lo que has creado tú sola. —Me abraza con fuerza—. Te felicito… siempre he creído en ti. Me ayuda con las carpetas mientras avanzamos rumbo hacia el parqueadero, me habla sobre el avance de su colaboración para que Mariana y Roberto no se separen, de que ya no se habla de divorcio, pero que se necesita más tiempo. Rápidamente cambia la conversación a que se le antojan unos wafles con helado y que Romina le recomendó un famoso restaurante ce