Me fui compungiendo de a poco en mi puesto, recordando que estaba tan sola en la escuela… y ya ni siquiera tenía a Alessandro para que me consolara. —Bueno… ¿por qué entonces no intentas apuntándote en un club como lo hizo Alessandro? Siempre te ha gustado dibujar, busquemos algún taller de dibujo, ¿qué te parece? Cuando llegué a mi habitación, me tiré en mi cama y comencé a llorar desconsoladamente. Me sentía tan avergonzada. No quería que nadie se diera cuenta lo mucho que amaba a Alessandro, sobre todo porque ya no tenía la misma cercanía con él como antes. Sabía que me iba a olvidar. Mariana lo había dicho, él me había ayudado, me había hecho un favor. En los siguientes días Mariana me enviaba muchos mensajes con links de academias de arte en la ciudad. Hasta después de la univer