Alessandro abrazó al gato-rata en su pecho e hizo un puchero. —Mis padres no me dejan tener animales en la casa —explicó y volvió a observar al gato—. Estoy seguro de que es un Angora. Respingué una ceja con incredulidad, el gato era oscuro y casi no tenía pelo. Mi familia al ver a Mingo no dejaban de burlarse del animal, diciendo que había que prestar mucha atención para no intentar matarlo al creer que era una rata. —Por eso lo iban a matar, el chico debió confundirlo con una rata —le dijo Jairo a Alessandro. Creímos que el gato no iba a durar una semana, estaba muy enfermo, me daba miedo tocarlo porque sentía que le haría daño ya que estaba muy flaco. Aunque Alessandro se encargó de llevarlo con el veterinario y comprarle todas las medicinas. Nuestro pasatiempo era cuidar a