Al entrar a mi hogar una avalancha de personas se me vienen encima, mi abuela me llena de besos en la mejilla mientras que mis hijos se aferran a mis piernas. Lo mismo sucede con los dos hombres que se encuentran a mi espalda. -Me alegro mucho de que ya estés en casa Alesito.- Bianca estaba feliz. -Lo mismo digo abuela.- la abrace con cariño.- ¿Cómo les fue en Francia? -Bien, tu abuelo cerró un importante negocio. -Perfecto.- bese su frente.-¿Dónde está Filippo? -Aquí estoy hijo.- dijo mi abuelo desde la sala. -¿Cómo te sientes abuelo?.- me senté en el sofá. -Muy bien, hasta podría decir que soy un joven en la mejor etapa de su vida. -¿Joven?.- sonreí. -Pues aun que te burles yo me siento como un jovencito cachondo. -Ten cuidado abuela, es muy seguro que el señor Filippo te deje